Vierta la leche en un caldero, añada la cáscara de limón y póngala al fuego para que se caliente.
Bata en un recipiente los huevos junto con 250 g de azúcar; cuando el batido esté espumoso, añada la fécula previamente disuelta en un poco de leche fría, y remueva hasta obtener una mezcla homogénea.
Viértalo poco a poco sobre la leche, cuando ésta rompa a hervir, continúe cocinando, removiendo constantemente, hasta que la mezcla espese.
Cuando la crema esté es su punto, distribúyala en cuatro cazuelitas de barro y deje que se enfríe.
Espolvoree la superficie de la crema con el azúcar restante y tuéstelo con un hierro al rojo vivo.