Se pone en un recipiente grande parte de la harina, unos 500 gr y se hace un volcán en el centro.
Vamos tirando en el centro del volcán parte de los ingredientes con los que contamos: los huevos, el aceite, el vinagre, la ralladura, el gasificante y el azúcar.
Comenzamos a amasar, agregando harina a demanda hasta conseguir que la masa no se pegue a las manos.
Dejamos reposar un poco la masa moldeada en forma de pelota y cuando la parte exterior esté ligeramente dura empezamos a formar tiras con la masa aproximadamente de un dedo de grosor, y las vamos dejando sobre un tablero, previamente espolvoreado de harina.
Dejamos nuevamente que la masa tome fuerza y se endurezca, por ambos lados (superior e inferior)
Después, cuando la masa sea manejable, se corta en trozos de 1 cm o 1,5 cm y se fríe en abundante aceite caliente, hasta que toman un color dorado.
Sacamos los pedacitos, que en algunos sitios llaman gorullos y los colocamos en un plato tratando de escurrir todo el aceite que hayan podido coger.
Mientras dejamos enfriar los gorullos, preparamos la melaza que utilizaremos para unir y moldear los gorullos dándoles forma de corona.
Para la melaza ponemos en un cazo la miel a calentar. Si se desea se puede añadir un poco de agua de azahar, vainilla y canela en rama, pero es opcional. Ha de conseguirse una consistencia pegajosa, que recuerde al caramelo que usamos para los flanes, se puede probar a echar una gota sobre un vaso de agua fría, si se carameliza enseguida ya ha alcanzado el punto.
Vertimos los gorullos en la miel caliente y removemos, añadiendo las almendras (también puede haberse triturado y añadido a la masa para unirse a los gorullos) y revolver hasta que queden impregnados.
La pegajosa masa se pasa a un plato donde se les da forma de rosca, para no quemarnos podemos mojarnos las manos con agua bien fría.
Con estas cantidades saldrán unas dos unidades.
Se dejan enfriar nuevamente y se sacan como dulce en las fiestas.