Orígenes del Neolítico en Andalucía/Introducción
La revolución que Internet en la mayoría de hogares de las sociedades que cuentan con tal medio ha multiplicado el intercambio de opiniones y divulgación de la información a una escala inimaginable. Así, el presente trabajo sobre los orígenes del Neolítico en Andalucía pretende, por un lado, explicar tal fenómeno en esa zona, y, por otro, realizar una crítica sobre la información de libre acceso sobre tal fenómeno.
Una definición genérica del concepto de Neolítico extraída de la RAE indica que se trata del “último período de la Edad de Piedra, que supuso una revolución en muchos aspectos de la vida del hombre”, o bien que se refiere a aquello “perteneciente o relativo a este período prehistórico”. Como se puede observar esta primera definición del concepto dista bastante de lo que es, ha supuesto y significa la noción de Neolítico. Así, cabe reconocer que en el estado actual de la investigación conceptos como el citado “Edad de Piedra” están obsoletos, no solo en este caso por los caracteres peyorativos de salvajismo y tosquedad a los que está asociado, ni por la referencia errónea a la piedra como único y más característico elemento en la vida del hombre desde sus orígenes, sino porque su uso no abarcar solamente el Paleolítico y el Neolítico sino que se extiende mucho más dependiendo del lugar. Por otro lado, cabe decir que resulta incorrecto el concepto de “revolución”, pues hoy en día se sabe que ni en la zona peninsular ni en otros lugares donde tuviera extensión, ni el Neolítico ni cualquier otro fenómeno similar, tuvo una expansión repentina, radical, ni muchos menos violenta, es decir, caracteres presentes en revoluciones propiamente dichas, que nada tienen que ver con la lentitud y diversidad que están presentes en el fenómeno que se explica en este trabajo. Por último, hay que recordar que las consecuencias del proceso de neolitización no abarcan solamente la vida del hombre, también de la mujer, de niños y ancianos, es decir, tuvieron secuelas en la vida del ser humano.
En líneas generales actualmente se sabe que el Neolítico es mucho más que un periodo de la humanidad, y que tuvo una trascendencia de gran profundidad. Así, en primer lugar, produjo cambios en el abastecimiento de los recursos de subsistencia del ser humano, que pasó de obtenerlos directamente de la naturaleza a producirlos por sí mismo, lo que a su vez requirió un instrumental especializado, nuevas formas de organización y métodos alternativos de gestión de los recursos. Por otro lado, la domesticación tanto de plantas como de animales alteró el modo de vida de las antiguas comunidades cazadoras-recolectoras, que, habituadas al cambio constante de territorio, pasó a reducir cada vez más su movilidad hasta una implantación casi definitiva en el mismo, que bien podía prolongarse hasta el agotamiento del suelo. Mientras que otros caracteres más genéricos, apuntan por otro lado, al surgimiento de diferencias tanto sociales como sexuales, que inciden, de una parte, en la especialización y división del trabajo, y de otro, a los inicios de la exclusión de la mujer al ámbito doméstico.
Igualmente es sabido que los caracteres neolíticos más tempranos se dieron en zonas de Oriente Próximo en torno al 15.000-10.000 a.e, distinguiéndose varias fases que comprenden momentos de familiarización y experimentación, hasta otros de consolidación de las actividades agrarias que muestran ya un conocimiento pleno y completo de las especies vegetales y animales. Tanto en el caso oriental como en el de Península Ibérica subsiste el debate sobre los orígenes de la neolitización. Y aunque el presente trabajo se ocupara de este proceso en la zona andaluza, cabe decir que las principales tesis genéricas sobre sus orígenes y extensión son tres: difusionistas, poligenistas o autoctonistas, y aculturacionistas.
Tradicionalmente el Neolítico en Andalucia se ha definido en función de la cerámica, así podemos encontrar la presencia del Neolítico Inicial, que va desde comienzos del sexto milenios hasta mediados del V milenio a.e, aproximadamente del 6000 al 4500 a.e, siendo característica esa fase por el uso de la denominada cerámica impresa, vasijas decoradas impresiones de diverso tipo. Además existe la cerámica cardial, así llamada porque la impresión se ha realizado empleando la concha de un molusco llamado Cardium edule (berberecho). Para el Neolítico Medio y Final, desde mediados del V mileno hasta el III milenio, entre 4.500 al 3.000 a.e. e incluso con alguna mayor pervivencia en determinadas zonas. (Durante esa fase predomino la cerámica a la almagra, con incisiones efectuadas cuando el barro está seco. La decoración a la almagra se consigue recubriendo el exterior de la vasija con un baño de óxido de hierro que le da, una vez seco, su típico color rojizo, localizándose este proceso también en cerámica del periodo anterior.