Historia de México/La Revolución Mexicana

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Antecedentes económicos y Sociales[editar]

Véase también: Pánico financiero de 1907

Durante la Colonia muchos pueblos pudieron conservar algunas propiedades comunales, llamadas de forma genérica «ejidos». La Ley Lerdo de 1856 declaró baldías las propiedades corporativas, particularmente las de la Iglesia y las comunidades indígenas. Entre 1889 y 1890 el gobierno de Díaz dispuso que las tierras comunales se hicieran parcelables. Los nuevos propietarios, no acostumbrados a la propiedad privada, fueron estafados por particulares o funcionarios. Como resultado mucha de la población indígena se vio sin posesión de tierras y tuvo que emplearse en las haciendas cercanas. Otra serie de leyes de deslinde de los años 1863, 1883 y 1894, en las que una parcela sin su respectivo título podía considerarse como terreno baldío, propició que aquellos que tuvieran los recursos necesarios se hicieran con grandes porciones de tierra. Para 1910 menos del 1% de las familias en México poseían o controlaban cerca del 85% de las tierras cultivables. Los pueblos, donde se albergaba el 51% de la población rural, contaban con tan sólo pequeñas porciones de tierra y la mayor parte de ella dependían de las haciendas vecinas. Además, las leyes y la situación nacional favorecía a los hacendados, pues eran los únicos con acceso a créditos y a proyectos de irrigación por ejemplo. Por su parte, los pequeños pueblos y agricultores independientes se veían obligados a pagar altísimos impuestos. Esta situación afectó grandemente a la economía agrícola, pues las haciendas tenías grandes porciones sin cultivar y eran menos productivas que las propiedades menores.

Otra de las repercusiones del deslinde de tierras y el fraccionamiento de las tierras comunales indígenas fue el que algunos de ellos se rebelaron contra el gobierno. Los conflictos, que tuvieron lugar a finales del siglo XIX y principios del XX, fueron protagonizados por mayas, tzotziles, coras, huicholes y rarámuris, entre otros. Los conflictos más duraderos fueron los ocurridos en Yucatán, Quintana Roo y Sonora. Ante dichos grupos se tomó un política de deportación, Yucatán y Quintana Roo fueron los principales destinos. En el norte el gobierno de Díaz tomó contra los yaquis una política de violenta represión y deportación hacia el sur del país. El momento cumbre contra este grupo tuvo lugar en 1908, momento para el cual entre un cuarto y la mitad de su población había sido enviada a las plantaciones de henequén en Yucatán. A la postre, estos grupos étnicos habrían de colaborar con las fuerzas revolucionarias.

El 6 de junio siguiente, Madero fue encarcelado bajo la acusación de "conato de rebelión y ultraje a las autoridades". Fue trasladado a San Luis Potosí, donde esperó la realización de los comicios, que lo favorecieron mayoritariamente, y donde recibió la noticia del fraude cometido por Díaz, quien se declaró nuevamente reelecto.

El 6 de octubre, Madero huyó, refugiándose en San Antonio, Texas. A finales de ese mes, lanzó el Plan de San Luis, en el que declaraba nula dicha reelección. Madero designó gobernadores provisionales y llamó a la insurrección nacional, que debía iniciarse el 20 de noviembre de 1910 a las seis de la tarde.

Se desencadenaron levantamientos armados en varios estados del país.

El llamado de Madero tuvo como primer resultado la toma de ciudad Juárez, que fue un ataque sorpresivo dirigido por Pascual Orozco, Francisco Villa, José de la Luz Blanco y José Garibaldi, en el que se rindió la Plaza de ciudad Juárez, por lo que Madero instaló su gobierno provisional.

En los tratados de ciudad Juárez, firmados el 21 de mayo de 1911, se estableció el desarme de los revolucionarios, las renuncias de Porfirio Díaz y de Francisco I. Madero a la presidencia de hecho y a la presidencia provisional, respectivamente. Asimismo, se acordó que el Ministro de Relaciones Exteriores, Francisco León de la Barra, asumiera la presidencia interina para pacificar al país y convocar a elecciones generales.

Las candidaturas de Madero para la presidencia y de Pino Suárez para la vicepresidencia triunfaron en las elecciones y el 6 de noviembre de 1911, Madero asumió el Poder Ejecutivo. Pero el gobierno maderista sufrió el asedio de la prensa, la oposición legislativa y la permanente conspiración de los porfiristas quienes, desde sus posiciones en el gobierno y con el poder económico, fraguaban el golpe de Estado que se inició el 9 de febrero de 1913. Victoriano Huerta hizo prisionero a Madero y lo obligó a renunciar el 19 de febrero. Tres días después, Huerta ordenó el asesinato de Madero y Pino Suárez, lo cual dio inicio a la revolución constitucionalista.


Fuente: Instituto Nacional de Solidaridad, Microbiografías, Personajes en la historia de México.

El Movimiento Maderista[editar]

A sólo unos días de asumir el poder Francisco I. Madero, estalló en Morelos un levantamiento promovido por Emiliano Zapata, ya que al llegar Francisco I. Madero a la Presidencia, Zapata le exigió que expidiera una ley Agraria; a cambio Madero, le pidió entregar las armas. Zapata no acepta y da a conocer el Plan de Ayala, a través del cual se exigía entre otras cosas, la renuncia de Madero y Pino Suárez. Su lema era “Tierra y Libertad”. En 1912, Pascual Orozco da a conocer en marzo el Plan de la Empacadora o Plan de Chihuahua, en el que se desconocía a Francisco I. Madero y se pedían Reformas Sociales. Orozco derrotó a Francisco Villa, en tanto, Madero nombra a Victoriano Huerta Comandante de la División del Norte y vence a Pascual Orozco.

Plan de San Luis[editar]

Madero creía en la democracia y en la necesidad de renovar el gobierno de acuerdo con las leyes. Pero el éxito de su campaña lo convirtió en un peligro para el gobierno de Díaz, y poco antes de las elecciones de 1910 fue detenido en Monterrey y encarcelado en San Luis Potosí. Allí recibió la noticia de que Díaz había vuelto a reelegirse. Mediante el pago de una fianza salió de la cárcel, aunque debía permanecer en la ciudad. Sin embargo, a principios de octubre Madero escapó a los Estados Unidos de América, donde publicó el Plan de San Luis Potosí.

En ese documento, Madero denunció la ilegalidad de las elecciones y desconoció a Porfirio Díaz como presidente. Se declaró él mismo presidente provisional, hasta que se realizaran nuevas elecciones; prometió que se devolverían las tierras a quienes hubieran sido despojados de ellas; pidió que se defendiera el sufragio (voto) efectivo y la no reelección de los presidentes. También hizo un llamado al pueblo para que se levantara en armas el 20 de noviembre de 1910, y arrojara del poder al dictador. La experiencia lo había convencido de que no había otra manera de lograr el cambio de gobernante.

Comienza la Revolución[editar]

El 14 de noviembre de 1910, en Cuchillo Parado, Chihuahua, Toribio Ortega se levantó en armas con un pequeño grupo de seguidores. El 18 del mismo mes, en Puebla, fue descubierta una conspiración maderista en la casa de la familia Serdán. Al resistirse contra la policía y los soldados, Aquiles y Máximo Serdán perdieron la vida; fueron unos de los primeros mártires de la revolución. Su hermana Carmen y su madre, que también lucharon, fueron encarceladas. En Chihuahua, Madero logró que Pascual Orozco y Francisco Villa estuvieran de su parte. En Morelos sucedió lo mismo con Emiliano Zapata. En la ciudad de México hubo motines contra Porfirio Díaz.

Ni Orozco ni Villa tenían preparación militar, pero resultaron ser estrategas excelentes; los seguía gente del norte, descontenta por la exigencia de latifundios ganaderos.

En marzo de 1911, Zapata encabezó a los campesinos de Morelos, que reclamaban sus derechos sobre la tierra y el agua. En otros lugares de la República hubo también levantamientos.

El ejército de Porfirio Díaz, que había mantenido la paz durante treinta años, parecía muy fuerte, pero en realidad era débil frente al descontento general. En sólo seis meses las fuerzas maderistas triunfaron sobre las del viejo dictador. La acción definitiva fue la toma de Ciudad Juárez, por Orozco y Villa. En esa misma ciudad, en mayo de 1911, se firmó la paz entre el gobierno de Díaz y los maderistas. Porfirio Díaz renunció a la presidencia y salió del país rumbo a Francia, donde murió en 1915.

El gobierno de Madero[editar]

Al renunciar Porfirio Díaz, el Congreso nombró presidente interino a Francisco León de la Barra, y convocó a elecciones. Resultaron electos Francisco I. Madero como presidente, y José María Pino Suárez, como vicepresidente.

Madero asumió la presidencia en noviembre de 1911. Aunque Porfirio Díaz había dejado México, eso no solucionaba los viejos problemas del país.

La riqueza seguía estando concentrada en manos de unos cuantos mexicanos y extranjeros, muy ricos, que tenían toda clase de lujos mientras la mayoría del pueblo apenas podía vivir. Continuaban las injusticias en el campo y en las ciudades. Los campesinos deseaban que les devolvieran sus tierras, y los obreros mejores salarios, un tiempo de trabajo diario más corto y el derecho a organizarse para exigir mejores condiciones de trabajo cuando fuera necesario. Además había una queja general: los mexicanos sentían que el gobierno cuidaba más los intereses extranjeros que los de los mexicanos.

Madero tuvo que enfrentarse a todas esas dificultades. Para resolverlas había dos caminos: hacerlo poco a poco, siguiendo la ley; o cambiar de inmediato, por la fuerza si era necesario, todo lo que estaba mal. Madero prefería el primero; pero algunos de sus antiguos partidarios no querían esperar.

Emiliano Zapata se rebeló contra Madero en Morelos apenas veinte días después de que éste ocupó la presidencia, y Pascual Orozco lo hizo en Chihuahua, a principios de 1912. Madero encargó las operaciones contra Orozco al general Victoriano Huerta, que en unos meses derrotó a los orozquistas.

Las compañías extranjeras que estaban instaladas en México no confiaban en Madero porque no querían perder los privilegios que les había concedido Porfirio Díaz; entonces empezaron a considerar la conveniencia de eliminar el estorbo que para ellos representaba Madero.

Emiliano Zapata[editar]

(1879 - 1919)

Nació en Anenecuilco, Morelos en 1879. En 1906 participó en Cuautla en una junta en la que se planteó la necesidad de defender la tierra de los campesinos morelenses de la voracidad de los hacendados porfiristas. Como represalias, en 1908, se vio forzado a incorporarse al noveno regimiento de Cuernavaca. Esta forma de castigo, a la que se le conocía como leva, era frecuente durante el porfirismo. Sobresalió en el ejército. Posteriormente, fue autorizada su baja, luego de poco más de un año de servicio.

El 12 de septiembre de 1909 fue elegido presidente de la Junta de Defensa de las Tierras de Anenecuilco. Cuando las fuerzas armadas de los terratenientes acudieron al lugar, encontraron a la gente trabajando pacíficamente la tierra, pero con la carabina al hombro. Ese fue el principal planteamiento de Zapata: defender el derecho del pueblo a la tierra, que significaba el derecho a la existencia misma de las comunidades campesinas. Su insistencia, su intransigencia en este punto, hizo que la voz de los campesinos fuera escuchada. "Yo estoy resuelto a luchar contra todo y contra todos sin más baluarte que la confianza y el apoyo de mi pueblo". Escribió Zapata en una carta dirigida a Gildardo Magaña.

En 1910, al estallar la revolución, Zapata se incorporó a las fuerzas maderistas, atraído por las demandas agrarias del Plan de San Luis. Pero una vez que triunfó este movimiento, el reparto de la tierra no se llevó a cabo. Los hacendados, aprovechando que el ejército porfiriano se mantuvo en pie, presionaron para que las fuerzas campesinas fueran desarmadas y urdieran una traición que por poco le costaba la vida a Zapata. "Quiero morir siendo esclavo de los principios, no de los hombres", escribió Zapata en otra de sus cartas.

En esas condiciones, Zapata reorganizó a su ejército y tomó Yautepec, Cuautla y Cuernavaca. Al triunfo de la revolución maderista, se negó a deponer las armas mientras no se hiciera efectivo el reparto de tierras.

Esta actitud la mantendría hasta el fin de su vida, la cual le provocó enfrentamientos con quienes ocuparon el poder, mostrándose fiel a los principios del Plan de Ayala, ideario agrarista en el que se reflejaban los anhelos de los campesinos, sintetizados en la frase "Tierra y Libertad". La recuperación de las tierras que les habían quitado a los campesinos era su objetivo principal.

A partir de la proclamación del Plan de Ayala, los zapatistas defenderían su resolución contra los gobiernos de Madero, Victoriano Huerta y Venustiano Carranza. Liquidaron el latifundismo y repartieron la tierra; confiscaron los ingenios y una gran empresa papelera, y los pusieron a trabajar en beneficio de la población; fundaron un banco agrícola y abrieron numerosas escuelas primarias y para adultos; reorganizaron la vida política de los municipios, dando impulso a la organización tradicional de los campesinos y creando comités de vigilancia.

"El campesino tenía hambre, padecía miseria, sufría explotación y si se levantó en armas fue para obtener el pan que la avidez del rico le negaba... Se lanzó a la revuelta no para conquistar ilusorios derechos políticos que no dan de comer, sino para procurar el pedazo de tierra que ha de proporcionarle alimento y libertad, un hogar dichosos y un porvenir de independencia y en agradecimiento".

Sin embargo, derrotado Villa en el norte, en 1915, sólo el zapatismo representaba un obstáculo a la consolidación del nuevo gobierno. Contra Zapata se dirigieron numerosas fuerzas que prácticamente arrasaron el estado de Morelos.

En 1919, víctima de una celada, Zapata fue asesinado en la hacienda de Chinameca, en el mismo lugar que ocho años atrás le tendieron igual traición. El movimiento zapatista fue derrotado militarmente, más no sus ideales de justicia. En una carta dirigida a Pancho Villa, Zapata escribió: ".. la ignorancia y el oscurantismo en todos los tiempos no han producido más que rebaños de esclavos para la tiranía..."


Fuente: Instituto Nacional de Solidaridad, Microbiografías, Personajes en la historia de México.

La Decena Trágica[editar]

Con el apoyo de algunos diplomáticos extranjeros, encabezados por el embajador de Estados Unidos de América, en febrero de 1913 tres antiguos militares porfiristas se rebelaron contra Madero en la ciudad de México. Uno de ellos Bernardo Reyes, murió cuando dirigía un ataque contra el Palacio Nacional. Los otros dos, Félix Díaz y Manuel Mondragón, se encerraron en la Ciudadela, un antiguo depósito de armas en el centro de la capital.

Madero se enfrentó a la situación valerosamente. Para su desgracia puso el mando de las tropas leales en manos de Victoriano Huerta, que el año anterior había sometido a los orozquistas pero ahora, sin que el presidente lo supiera, estaba de acuerdo con los sublevados.

Durante diez días ocurrieron distintos enfrentamientos que causaron un estado de gran confusión. Hubo numerosos combates en la ciudad; muchos civiles murieron y muchos edificios fueron dañados. A estos días los llamamos la Decena Trágica.

El embajador de los Estados Unidos de América, Henry Lane Wilson, arregló que Huerta y los militares sublevados se entrevistaran en la Embajada de los Estados Unidos de América y pactaran lo que harían. Wilson temía que el movimiento revolucionario afectara los intereses de las compañías norteamericanas. Prefería que hubiera un nuevo dictador y creía que Huerta podría serlo.

El 18 de febrero, unos soldados de Huerta entraron a Palacio Nacional y apresaron a Madero junto con el vicepresidente José María Pino Suárez. Los dos fueron obligados a renunciar a sus cargos; los asesinaron cuatro días después. El crimen indignó a todo el país. Victoriano Huerta realizó las maquinaciones necesarias para asumir legalmente la presidencia, pero de inmediato tuvo que hacer frente a quienes no estaban dispuestos a aceptarlo.


Fuente: SEP, Historia Sexto grado, México, 1999, págs. 68 - 71.

La Revolución Constitucionalista y la Convención de Aguascalientes[editar]

El gobernador de Coahuila, Venustiano Carranza, no reconoció a Victoriano Huerta como presidente y se levantó en armas. A su ejército se le llamó Constitucionalista, porque exigía el respeto a la Constitución. La lucha se extendió por el país, bajo el mando de diversos jefes militares, como Alvaro Obregón, Francisco Villa, Emiliano Zapata y muchos otros. La agricultura, la industria y el comercio sufrieron los efectos de la guerra. Hombres y mujeres abandonaron sus trabajos y se lanzaron a los campos de batalla.

En los ejércitos revolucionarios cada jefe y cada soldado tenía la esperanza de lograr una situación más justa. Formaban una tropa poco disciplinada pero entusiasta, en la que a veces iban familias enteras.

Los ferrocarriles y los telégrafos fueron decisivos para la revolución. Quien dominaba las líneas podía transportar ejércitos y cañones, sorprender al enemigo, retirarse rápidamente, avisar de inmediato lo que sucedía, coordinar los movimientos de las tropas o despistar a los contrarios.

Huerta había creído que los Estados Unidos de América lo ayudarían, pero en 1913 el presidente Woodrow Wilson se negó a reconocer su gobierno. En lugar de eso envió tropas para ocupar Veracruz. Esta nueva invasión fue rechazada heroicamente por los habitantes del puerto. Aunque esta intervención, que estaba dirigida contra Huerta, favorecía al Ejército Constitucionalista, Carranza protestó. El sostenía, con razón, que los problemas de México debían resolverlos los mexicanos.

Mientras tanto, los revolucionarios avanzaban con paso firme. Al frente del Ejército del Noroeste, Alvaro Obregón bajó desde Sonora por la costa del Pacífico, sin perder una sola batalla, hasta Guadalajara. Zapata continuó luchando en Morelos. La División del Norte, comandada por Francisco Villa, derrotó a las tropas federales en las batallas de Torreón y de Zacatecas. siguiendo lo pasos de porfirio diaz

La Convención de Aguascalientes[editar]

El movimiento constitucionalista triunfó. En agosto de 1914, Huerta dejó el país y Carranza entró en la ciudad de México. Pero no todos los revolucionarios estaban de acuerdo con que Carranza fuera el Primer Jefe, como se había hecho llamar, ni qué rumbo debía seguir la revolución. Los caudillos revolucionarios o sus representantes se reunieron en Aguascalientes, en octubre de 1914, para ponerse de acuerdo, en la Soberana Convención revolucionaria.

Los convencionistas decidieron adoptar parte del programa de Zapata sobre el reparto de tierras a los campesinos, y eligieron como presidente interino de la República a Eulalio Gutiérrez. Los grupos villistas y zapatistas aceptaron esta decisión, pero Carranza no la acató.

La revolución quedó convertida en la lucha entre dos bandos irreconciliables: carrancistas, contra villistas y zapatistas. Al principió pareció que Villa y Zapata triunfarían, ya que ocuparon casi todo el país y tomaron la capital. Carranza y su principal general, Alvaro Obregón, se refugiaron en Veracruz. Pero finalmente el talento militar de Obregón se impuso al de Villa y lo derrotó en Celaya, en abril de 1915.

Tras nuevas derrotas, Villa se refugió en la sierra de Chihuahua. En 1916, cuando el gobierno de los Estados Unidos de América reconoció al de Carranza, Villa invadió el territorio estadounidense y atacó el pueblo de Columbus, en Nuevo México. Carranza lo declaró fuera de la ley. Una columna de soldados norteamericanos entró a México para perseguirlo, pero no pudieron ni siquiera encontrarlo. La presencia de las tropas extranjeras en México provocó situaciones difíciles, pero la serenidad de Carranza y su apego a las vías diplomáticas, evitó que el conflicto creciera.

Carranza y Obregón triunfaron sobre Villa y Zapata gracias a su capacidad militar. Pero también porque sabían mejor que sus rivales lo que significaba la unidad nacional, por encima de los enfrentamientos entre caudillos. Carranza tenía una clara idea de lo que era una nación. Insistió en la legalidad de su movimiento y actuó conforme a la ley. Para éste, el nacionalismo y el apego a la ley eran los valores más importantes.


Fuente: SEP, Historia Sexto grado, México, 1999, págs. 71 - 74.

Venustiano Carranza[editar]

(1859-1920)

Nació en Cuatro Ciénegas, Coahuila. Fue el undécimo hijo del coronel liberal Jesús Carranza, que había colaborado estrechamente con Benito Juárez Garcia. Se crió en esta familia de clase media acomodada, dueña de tierras rancheras y de gran tradición liberal. Gran creyente en la soberanía estatal y municipal, participó en varias luchas contra el porfirismo para que se mantuviera el derecho de cada zona de tomar decisiones propias. Fue gobernador interino de su estado en 1908. Participó con Madero en la rebelión de 1910. Fue secretario de Guerra y Marina en el gabinete de Madero, así como gobernador electo de Coahuila. En 1913, la traición de Huerta contra Madero lo llevó a redactar el Plan de Guadalupe, mediante el cual desconocía los poderes del usurpador.

Formó el Ejército Constitucionalista, con el fin de encabezar la rebelión destinada a restaurar el orden constitucional señalado por la Carta Magna de 1857. Tomó posesión como Presidente el primero de mayo de 1915.

Carranza fue un continuador de la tradición liberal mexicana. Gran lector de obras con ideas liberales como México a través de los siglos, de Riva Palacio, así como libros del doctor Mora, de Manuel Payno y de Justo Sierra. Quiso encauzar al movimiento revolucionario hacia la legalidad, recuperando para ello la herencia liberal de la Constitución de 1857.

Esta lucha por restablecer el orden constitucional quedó expresada en el artículo 2° de sus adiciones al Plan de Guadalupe:

"El primer jefe de la revolución y encargado del Poder Ejecutivo expedirá y pondrá en vigor, durante la lucha, todas las leyes, disposiciones y medidas encaminadas a dar satisfacción a las necesidades económicas, sociales y políticas del país, efectuando las reformas que la opinión exige como indispensables para restablecer el régimen que garantice la igualdad de los mexicanos entre sí; leyes agrarias que favorezcan la formación de la pequeña propiedad, disolviendo los latifundios y restituyendo a los pueblos la tierra de que fueron injustamente privados; leyes fiscales encaminadas a obtener un sistema equitativo de impuestos a la propiedad raíz; legislación para mejorar la condición del peón rural, del obrero, del minero y en general, de las clases proletarias; establecimiento de la libertad municipal como institución constitucional; bases para un nuevo sistema de organización del Poder Judicial independiente, tanto en la Federación como en los estados; revisión de las leyes relativas al matrimonio y al estado civil de las personas; disposiciones que garanticen el estricto cumplimiento de las leyes de Reforma; revisión de los códigos Civil, Penal y de Comercio; reformas del procedimiento judicial, con propósito de hacer expedita y efectiva la administración de justicia; revisión de las leyes relativas a la explotación de minas, petróleo, agua, bosques y demás recursos naturales del país, y evitar que se formen otros en el futuro; reformas políticas que garanticen la verdadera aplicación de la Constitución de la República, y en general de todas las demás leyes que se estimen necesarias para asegurar a todos los habitantes del país la efectividad y el pleno goce de sus derechos y la igualdad ante la ley".

En estos puntos resulta evidente la continuidad de ideas liberales, sobre todo en lo referente a la libertad municipal, la independencia del Poder Judicial o la igualdad ante la ley.

En 1915 y 1916 se hizo notoria la necesidad de reformas en siete vetas profundas de la vida mexicana: el problema agrario, el problema obrero, la soberanía sobre los recursos naturales, la relación entre la Iglesia y el Estado, el papel del Estado en la economía, el problema de a educación y la estructura política.

En 1915 proclamó la Ley del 6 de enero, que concebía al ejido como reparación de una injusticia, no como un nuevo sistema de tenencia de la tierra. Se trataba de restablecer el patrimonio territorial de los pueblos despojados y crear nuevas unidades con terrenos colindantes a los pueblos que se expropiarían para el efecto.

En septiembre de 1916, en un acto de gran resonancia política, convocó a un nuevo Congreso Constituyente:

"A pesar de la bondad indiscutible de los principios en que descansa (...) (la Constitución) continuará siendo inadecuada para la satisfacción de las necesidades públicas y muy propicia para volver a entronizar otra tiranía igual o parecida a las que con demasiada frecuencia ha tenido el país, con la completa absorción de todos los poderes por parte del Ejecutivo; o que los otros, con especialidad del Legislativo, se conviertan en una rémora constante por la marcha regular y ordenada de la administración". Carranza recordaba la continuidad de las constituciones de 1824 y 1857 y preveía el mismo espíritu para la futura Constitución: "Se respetará escrupulosamente el espíritu liberal de dicha Constitución, a la que sólo se quiere purgar de los defectos que tiene ya que por la contradicción u oscuridad de algunos de sus preceptos, ya por los huecos que hay en ella o por las reformas que con el deliberado propósito de desnaturalizar su espíritu original y democrático se le hicieron durante las dictaduras pasadas".

El primero de noviembre de 1918 promulgó la Doctrina Carranza, que sostiene la igualdad entre los estados y desaprueba toda intervención de los asuntos internos de otra nación así como la equivalencia de derechos de nacionales y extranjeros ante las leyes de un país. Carranza murió asesinado en Tlaxcaltongo, Puebla, en 1920.


Fuente: Instituto Nacional de Solidaridad, Microbiografías, Personajes en la historia de México.

Francisco Villa[editar]

(1878 - 1923)

Nació en San Juan del Río, Durango, en 1878. Su nombre de pila fue Doroteo Arango Quiñones. Su madre fue Manuela Quiñones. Huérfano desde la adolescencia, fue leñador, agricultor y comerciante.

En 1894, él y sus hermanos llegaron a trabajar como medieros en la hacienda de la familia López Negrete, donde uno de los dueños abusó de su hermana Martína; Villa hirió a su patrón, por lo que tuvo que esconderse, cambiando su nombre original de Doroteo Arango por el de Pancho Villa. Vivió varios años como ladrón de ganado y estuvo brevemente preso en Durango.

Se lanzó a la revolución en 1910, llevando consigo un amplio conocimiento de las zonas en que por muchos años había vivido perseguido por la justicia y un profundo sentimiento de solidaridad con los desheredados, entre quienes él mismo se había contado.

Retomó las armas en 1912 para combatir la rebelión orozquista. Sobresalió en varios combates y fue ascendido a general brigadier por Huerta, quien luego lo acusó de insubordinación y ordenó su fusilamiento. Madero le condonó la pena por cárcel. Villa escapó de la cárcel militar de Santiago Tlatelolco a finales de ese mismo año. Se integró a la lucha contra Huerta.

En septiembre de 1913 quedó constituida en Ciudad Juárez la División del Norte, con la que creció su prestigio. Fue llamado el Centauro del Norte.

Con la firma del Pacto de Xochimilco, el 4 de diciembre de 1914, se estableció una alianza entre la División del Norte y el Ejército Libertador del Sur, dirigido por Emiliano Zapata, quien logró que el caudillo norteño se adhiere al Plan de Ayala. Francisco Villa tenía ideas muy precisas sobre la forma en que se podía hacer el reparto agrario.

Durante los años de 1914 y 1915, a través del periódico Vida Nueva, se expusieron una gran cantidad de propuestas por parte de los que se podrían definir como "ideólogos" del villismo, gente muy preparada y muy comprometida con la revolución, como Carlos Sánchez Aldana, José del Riego, Manuel Bonilla, B. Mallén y otros.

Villa, al igual que era un hombre que no teorizaba sus ideas y objetivos revolucionarios, pero a lo largo de su participación en la lucha revolucionaria fue construyendo un proyecto que se sustentaba en sus ideas y acciones: "... Cuando México sea una nueva República, el ejército será disuelto, pues ya no lo necesitaremos. Daremos trabajo a los soldados y estableceremos en todo el país colonias agrícolas con los veteranos de la revolución. El Estado les dará tierras y creará muchas empresas industriales para que tengan dónde trabajar..."

Villa tenía claro que una parte de los campesinos debía permanecer al pie de las parcelas y de las antiguas haciendas, produciendo el grano necesario para el abasto de la población y del mismo ejército revolucionario. En cuanto a los soldados que andaban en la revolución, gozarían de todas las ventajas y de las mejores tierras, pero eso hasta que la revolución llegara a su fin y se consolidara un poder.

La Ley Agraria villista del 6 de mayo de 1915 exponía: "La gran desigualdad en la distribución ha provocado que una gran mayoría de mexicanos dependan, como jornaleros, de una minoría de terratenientes. La concentración de unos cuantos terratenientes provoca que permanezcan sin cultivarse y sin producir grandes extensiones de tierra, o bien, que en la mayoría de los casos el cultivo sea tan deficiente que la producción no alcance para resolver el abastecimiento de todos los mexicanos". Por eso la creación de la pequeña propiedad, busca obtener una abundante producción para que se cubra el consumo nacional y se impida la exageración en los precios de los alimentos y del costo de la vida.

"Los ideales de la revolución del sur y del centro de la República siempre han sido, son y seguirán siendo de 'Tierra y Libertad', que son las esperanzas y anhelos del pueblo mexicano". En el plano militar, fue derrotado por Obregón sucesivamente en Celaya, León y Trinidad y obligado a replegarse hacia el norte del país, donde combatió a lo largo de 1915 y 1916. Luego de fracasar en un intento de tomar Agua Prieta, Villa se vio convertido en un guerrillero que operaba sólo en Chihuahua luego de la disolución de la División del Norte.

En represalia por el bloqueo del gobierno de Estados Unidos de América, atacó la población de Columbus, Nuevo México, el 9 de marzo de 1916. Washington envió la llamada expedición punitiva, que permaneció en México del 15 de marzo al 21 de junio de 1916, sin lograr atrapar a Villa, quien estuvo inactivo desde entonces y se amnistió mediante la firma de los Convenios de Sabinas. De acuerdo con éstos, permaneció con 50 guardias en la hacienda de Canutillo; hizo varias mejoras en ese lugar, que administraba y gobernaba. A finales de 1922 expresó sus simpatías por el pre candidato Adolfo de la Huerta, quien estaba en competencia por el cargo con Plutarco Elías Calles.

El 20 de junio de 1923 Villa y tres acompañantes fueron asesinados en una emboscada, en Hidalgo del Parral.


Fuente: Instituto Nacional de Solidaridad, Micro biografías, Personajes en la historia de México.

La Constitución de 1917[editar]

A finales de 1916, los revolucionarios se reunieron en Tabaquero para reformar la Constitución de 1857. Finalmente decidieron redactar una nueva, pues las circunstancias de México en ese momento eran muy diferentes a las que había en tiempos de Juárez, cuando se hizo la de 1857.

La nueva Constitución se promulgó el 5 de febrero de 1917. En ella se incorporaron ideas de todos los grupos revolucionarios. Retomó las libertades y los derechos de los ciudadanos, así como los ideales democráticos y federales de la de 1857. También reconoció los derechos sociales, como el de huelga y el de organización de los trabajadores, el derecho a la educación y el derecho de la nación a regular la propiedad privada de acuerdo con el interés de la comunidad.

El Artículo 3° declara que la educación primaria debe ser obligatoria y gratuita. Además, debe ser laica, ajena a toda doctrina religiosa, para garantizar la libertad de cultos.

El Artículo 27 de esta Constitución declara que las riquezas del suelo, el subsuelo, las aguas y mares de México son de la nación. Esta puede ceder a particulares el derecho de propiedad de la tierra y de la explotación del subsuelo. Y puede expropiarlas cuando lo considere necesario. Este artículo hizo posible controlar la actividad de las compañías mineras y petroleras, así como el reparto de la tierra de las grandes haciendas entre los campesinos.

El Artículo 123 protege a los trabajadores. Establece que la duración del trabajo diario no debe ser de más de ocho horas, en lugar de las doce a quince que se trabajaban antes, y que debe haber un día de descanso obligatorio a la semana. Prohíbe que las mujeres y los niños se ocupen de labores inadecuadas para su sexo y su edad. También reconoce que los trabajadores tienen derecho a formar sindicatos (asociaciones para defenderse) y a hacer huelgas (suspender las labores para presionar a los patrones cuando se presentan conflictos de trabajo).

La Constitución de 1917 es la que nos rige. Muchas veces ha sido reformada, para adaptarla a las circunstancias, que cambian con el tiempo, pero sus principios básicos siguen normando la vida de México.


Fuente: SEP, Historia Sexto grado, México, 1999, págs. 74 y 75 .


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