Alimentación infantil/La sal: cuanto menos mejor, y que sea yodada

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La sal es cloruro de sodio (ClNa). Todas las sales disponibles en el comercio son eso, cloruro de sodio, sin más. O sea, que las distintas formas de presentación (grano fino, cristales, escamas, etc.) y procedencias no cambian lo sustancial, que es que contienen cloruro de sodio. Algunas sales comercializadas, bien por estar menos refinadas o porque se hayan añadido otros componentes, pueden tener colores y aromas particulares, pero esto es irrelevante desde el punto de vista nutritivo, simplemente contienen cloruro de sodio; por el contrario, tienen el peligro de que pueden promover a un consumo mayor, e incluso inducir a la confusión de que tales añadidos otorguen alguna cualidad beneficiosa o saludable (lea más sobre bulo de los alimentos naturales).

La mayoría de los niños consumen más sal de la necesaria. La mayor parte del sodio se encuentra como sal en los alimentos procesados. Una alimentación con mucho sodio está relacionada con numerosos problemas de salud: sobrepeso y obesidad, hipertensión arterial, enfermedades cardiacas y accidentes cerebrovasculares (ictus).[1]

El gusto por la sal se establece ya en los primeros meses de vida, y está relacionado con las preferencias y hábitos de consumo de sal de los padres y el resto de la familia. Los padres deberían ser conscientes de esto y promover una disminución del consumo de sal en los niños, mediante, entre otras medidas, estas sencillas normas:

  • Reducir el consumo de sal en toda la familia.
  • Interesarse y mirar las etiquetas de los alimentos comercializados y preferir las opciones con menos contenido de sal.

Todas las sales son marinas[editar]

Pues sí, aunque parezca otra cosa todas las sales que existen son de origen marino; incluso las que se recogen en yacimientos "tierra adentro" proceden del mar que un día, quizás hace miles de años, hubo en ese lugar.

¿Qué tipos de sales hay?[editar]

Cristales de sal

En realidad se trata de distintas denominaciones impuestas por la normativa legal:[2]

  • Sal marina: es la sal obtenida tras la evaporación del agua del mar.
  • Sal marina virgen: cuando se obtiene exclusivamente por la acción del viento y del sol, recogida a mano y lavada sólo en el cristalizador, sin la adición de ningún ingrediente. A veces se llama flor de sal.
  • Sal refinada: es la sal gema, la sal de manantial o la sal marina, excepto la sal marina virgen o flor de sal, purificada por lavado o también por disolución seguida de cristalización.

Características nutricionales[editar]

Desde el punto de vista nutricional todas las sales son iguales, ya que su composición es muy similar.[2]

Otra cuestión es que por la forma de cristalización pueda presentarse de distintas formas y por ello disolverse más o menos rápidamente cuando se añade en algún alimento. También los procesos de refinado y lavado pueden condicionar cambios de calor por la presencia de otros elementos que desde el punto de vista nutricional son irrelevantes.

Sales especiales[editar]

Las sales especiales son aquéllas a las que se añade algún mineral u otro elemento:[2]

  • Sal yodada: 60 mg de yodo por kg de sal, con una variabilidad aceptada del 15%.
  • Otras: sal fluorada, sal nitritada (para elaborar salmueras).


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Relación de la sal con la hipertensión arterial y la obesidad[editar]

La relación entre el consumo elevado de sal y la hipertensión arterial está aceptada por todos los expertos, y por ello se espera que una reducción del consumo de sal tenga como consecuencia una disminución de los eventos cardiovasculares (ictus, infartos) y la mortalidad derivada de ellos.

Pero esto no es todo. Además, en niños, la sal parece estar relacionada también con el sobrepeso y la obesidad. ¿Por qué?: quizás por dos mecanismos, uno, que al potenciar el sabor de los alimentos podría inducirnos a consumir mayores cantidades de los mismos, y, en segundo lugar, que los niños que toman más sal acaban tomando también más bebidas azucaradas para calmar la sed, y el consumo de estas bebidas sí que está claramente relacionado con el sobrepeso y la obesidad.[3] Por lo tanto, cuanta menos sal, mejor.

Los lactantes que toman lactancia materna exclusiva no necesitan, en general, ningún suplemento; una vez que introducen los alimentos no lácteos a partir de los 6 meses, tampoco necesitan sal extra añadida. Entre los 12 y 24 meses suelen (empezar a) compartir y probar los alimentos que consume el resto de la familia, por lo que todos habrán de cuidar que en la preparación de los alimentos se añada poca sal de forma habitual.


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¿Tomamos mucha sal?[editar]

Unos pocos alimentos condicionan el consumo de sal en los niños

La población adulta española toma mucha sal (no hay estudios que cuantifiquen cuánta sal toman los niños, pero podemos suponer, sin miedo a equivocarnos, que también es así).[1][4]

De la sal que tomamos cada día, el 72% procede de:[5]

Por otro lado, sólo un 8% procede de otros alimentos y el 20% de la sal añadida. Por lo tanto, el margen de maniobra para reducir la ingesta de sal reside en los alimentos mencionados antes (72%) y en la sal añadida (20%).[5]


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Sal: ¿cuánta es mucha? [editar]

Se estima que un alimento tiene "mucha sal" cuando iguala o supera 1,25 gramos (g) de sal por cada 100 g de alimento, y que aporta "poca sal" (es la situación ideal) cuando tiene 0,25 g (o menos) de sal por cada 100 g de alimento.[3]

Desde un punto de vista legal, el fabricante podrá declarar que su producto es "bajo en sal" si no contiene más de 0,3 g de sal por 100 g o 100 mililitros (ml) o centímetros cúbicos (cc), y "muy bajo en sal" si no contiene más de 0,1 g de sal por 100 g o 100 ml. Si la etiqueta no indica el contenido de sal, sino de sodio (la sal es cloruro sódico [ClNa]), debemos multiplicar la cifra de sodio por 2,5 para saber cuánta sal aporta.[3][6]


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La sal, que sea yodada[editar]

El yodo (o iodo) es un elemento químico esencial para muchas funciones del organismo. Interviene en la producción de las hormonas del tiroides. El déficit de yodo es la causa prevenible de retraso mental en el feto y los niños más importante en todo el mundo.[7]

Fuentes de yodo en los alimentos[editar]

Los alimentos son la fuente habitual de yodo.[8] Hay muchos alimentos que no contienen yodo; en cambio, en otros, como el pescado, el marisco, las algas marinas y los productos lácteos (gracias a que se enriquecen con yodo los piensos de animales), el yodo está presente en mayores cantidades.

El contenido en yodo de los alimentos difiere en función de la ubicación geográfica, a causa de las diferentes cantidades de yodo presente en los suelos y en el agua marina.

Se acepta que el consumo de sal yodada, en general, asegura la ingesta de las cantidades de yodo necesarias para evitar los problemas de salud derivados de su deficiencia. Pero, atención, la sal común no está yodada, deben buscarse productos que contengan explícitamente la expresión de "sal yodada".

En la mujer gestante habitualmenmte se recomiendan suplementos de yodo (si bien con alguna controversia a nivel científico); pero esta es una cuestión que supera los objetivos de este manual.[9]

Situación del déficit de yodo en España[editar]

En algunas zonas se ha comprobado la presencia de problemas relacionados con el déficit de yodo.[10]

Cuidado con el exceso de yodo[editar]

Alga marina

Actualmente dos hechos relativamente frecuentes pueden ocasionar ingestas excesivas de yodo, lo que, también, puede dar lugar a graves problemas de salud:

  • Se han puesto de moda los suplementos con vitaminas y minerales alguno de los cuales contienen elevadas cantidades de yodo.
  • El consumo de algas, que se tratan de vender como si fuera una especie de panacea de la alimentación natural. Las algas contienen altas cantidades de yodo, con diferencias importantes entre distintas especies (algunas algas pueden llegar a tener -por cada ración- hasta más de 1000 veces las necesidades diarias de yodo). Todos los nutricionistas serios advierten de los peligros del consumo habitual de estos productos, y recomiendan hacer un uso solo ocasional de este producto.[11]


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Referencias[editar]

  1. 1,0 1,1 CDC. ¿Cómo reducir el sodio en la alimentación de los niños?. Septiembre, 2014
  2. 2,0 2,1 2,2 J. Revenga. ¿Es la sal marina mejor que “la otra” sal? (pregunta trampa). El nutricionista de la general, 3 de octubre de 2013
  3. 3,0 3,1 3,2 Basulto J. Niños: cuanta más sal consumen, más bebidas azucaradas beben. Eroski Consumer, 20 de agosto de 2013
  4. Ortega RM, y cols. Estimation of salt intake by 24 h urinary sodium excretion in a representative sample of Spanish adults. Br J Nutr. 2011;105(5):787-94
  5. 5,0 5,1 Plan de reducción del consumo de sal. Estrategia NAOS. 2009. Consultado el 28 de agosto de 2013
  6. Reglamento (CE) N o 1924/2006 del Parlamento Europeo y del Consejo de 20 de diciembre de 2006 relativo a las declaraciones nutricionales y de propiedades saludables en los alimentos (DO L 404 de 30.12.2006, p. 9)
  7. La importancia del yodo en la alimentación. Eroski-Consumer, 4 de noviembre de 2009. Consultado el 27 de agosto de 2013
  8. EUFIC. European Food Information Council. La deficiencia de yodo en Europa: un problema de salud pública oculto. Actualizado el 21 de agosto de 2013. Consultado el 27 de agosto de 2013
  9. López Rodríguez MJ, y cols. Suplementos en embarazadas: controversias, evidencias y recomendaciones. Inform Ter Sist Nac Salud. 2010;34:117-28
  10. Ministerio de Sanidad y Consumo, SEEN. Déficit de iodo en España; situación actual. Consultado el 27 de agosto de 2013
  11. Algas ¿panacea nutricional? Díme qué comes, 14 de junio de 2013


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Para saber más[editar]


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Enlaces externos[editar]

Información general (pediatría, puericultura):

Blogs sobre alimentación y nutrición:

Estas direcciones se ofrecen a título informativo. No debe entenderse que las entidades citadas comparten alguna o ninguna de las recomendaciones de este texto.