La relación de las enfermedades alérgicas con las emociones
La relación de las enfermedades alérgicas con las emociones. La química de tu cerebro.
Resumen
[editar]En este trabajo se establecerá la relación con las enfermedades alérgicas y los factores psicológicos, por lo que es importante mencionar la integración bioemocional. La relación entre las emociones y las alergias, se puede estudiar desde la perspectiva de la Biodescodificación o Descodificación biológica de enfermedades. Se centrará en la relación de la rinitis alérgica y el asma buscando identificar cómo es que funciona el cerebro ante una situación de alerta (alergia), utilizando como evidencia, experimentos que describen la relación entre los factores psicológicos y las alergias. Los estudios referenciados indican que una persona que sufre ansiedad por cuestiones laborales o académicas, es más vulnerable a padecer algún tipo de alergia; sin embargo, esto ocurre por la incoherencia del organismo al verse afectado tras el padecimiento de ansiedad y estrés, ya que estos últimos demandan mucha energía generando sustancias cerebrales que alteran y deprimen al sistema inmunológico, por lo que no funciona de forma adecuada, teniendo como consecuencia, reacciones alteradas conocidas como “reacciones alérgicas”. Hasta ahora lo más acertado para disminuir o contrarrestar la reacción alérgica se indica por parte de un médico, la inmunoterapia o hiposensibilización, sin embargo, no es apto para todos los pacientes.
Palabras clave: asma, rinitis, alergia, ansiedad, depresión, emoción, psicología, estrés, reacciones alérgicas.
El término alergia fue acuñado por el pediatra australiano Clemens Von Pirquet (Figura 1) a principios del siglo XX (Santos y Morato, 2005). La definición de alergia ha ido cambiando a lo largo del tiempo, en el 2020 se refiere a una alteración del sistema inmunológico que ocasiona hipersensibilidad sintomática (Santos y Morato, 2005).
La alergia se refiere a una sobreexcitación biológica del cuerpo al encontrarse con alguna sustancia que es usualmente tolerable para los demás, una “reacción alterada” que describe lo que ocurre en el organismo y su sistema inmunitario, desatando la respuesta defensiva de manera exagerada contra aquello que ingresó y se confunde con algo potencialmente dañino (Anders, 2019).
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2015), es una reacción exagerada del organismo al entrar en contacto con sustancias provenientes del exterior.
En una enfermedad alérgica lo que se altera es el sistema inmunológico y una de las funciones del sistema inmunitario es la capacidad de distinguir, dentro de lo ajeno, aquello que no supone ninguna amenaza para el organismo que está defendiendo. Como consecuencia de esta alteración del sistema inmunitario, y al encontrarse distribuido por todo el organismo, las enfermedades alérgicas pueden producir síntomas en cualquier órgano del cuerpo (Zubeldia et al., 2012).
Estas enfermedades son provocadas por una respuesta alterada del cuerpo a diversas sustancias, conocidas como “alérgenos” (Larenas et al., 2009), inducen una respuesta desproporcionada del sistema inmunológico, que da lugar a una serie de manifestaciones clínicas características. Es importante recalcar que cada agente causante de alergia puede estar relacionado con más de un solo alérgeno.
Los alérgenos son todas aquellas sustancias capaces de provocar alguna alergia. Se caracterizan por dos hechos: por ser sustancias inocuas para el resto de la población que no es alérgica y por tener la propiedad de generar inmunoglobulina E (IgE). (Zubeldia et al., 2012).
Una alergia no está presente desde el nacimiento, sino que se va desarrollando con el paso del tiempo y frente a las sustancias que se encuentran en el entorno de la persona.
Se le puede dar un abordaje a esta enfermedad desde el punto de vista de la psiconeuroinmunoendocrinología (PNIE), que es el estudio integrado del comportamiento, y los sistemas neurales, endocrino y de las funciones inmunitarias, que permite a un organismo adaptarse a las múltiples demandas que están constantemente presentes y generan estrés, desde el medio ambiente interno o externo. Y es desde PNIE donde surge la pregunta, ¿Se relacionan las alergias con el manejo de las emociones? (Noriega, 2013).
Contestando a la pregunta, los conocimientos actuales indican que hay relación física en los trastornos psíquicos y mucha relajación con la salud mental en los trastornos físicos; según recoge la última actualización del manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, DSM-5). El grado de vulnerabilidad que presenta una persona varía de intensidad en los diferentes estadíos de la vida de una persona. En algunos casos, cuando la vulnerabilidad es alta, pequeñas situaciones estresantes son suficientes para desencadenar un trastorno físico que conducen a un deterioro del estado físico y mental, mientras que en periodos de vulnerabilidad baja son necesarias situaciones estresantes de mayor nivel.
Algunas alergias como el asma, la rinitis, conjuntivitis o la dermatitis crónica; la hipersensibilidad está presente en estas alergias, además de que existen factores psicosociales tales como la ansiedad y depresión, lo que incrementa la sensibilidad emocional (Noriega , 2013).
Por ello en este texto, se centrará en la relación de las emociones con las alergias, tomando como ejemplo la rinitis alérgica y el asma buscando identificar cómo es que funciona el cerebro ante una situación de alerta (alergia), además de conocer de qué depende que no todos los organismos reaccionan igual ante una alergia, para así establecer la relación que existe con las emociones.
El Sistema Inmunológico
[editar]El cuerpo humano cuenta con el sistema ideal encargado de actuar en contra de posibles riesgos que puedan ser una amenaza para el organismo, el sistema inmunológico, tiene la capacidad de distinguir entre las células del organismo y los componentes que no le son propios, pero a veces el sistema puede fallar y ataca a las células o tejidos del propio organismos. En el caso de una alergia puede haber respuestas exacerbadas y patológicas contra sustancias externas inocuas.
Debido a esto el sistema inmunológico activa a los leucocitos o “glóbulos blancos”, para defender al organismo de sustancias nocivas, primero los reconoce y luego desencadena una serie de acciones para eliminarlos (Zubeldia et al., 2012).
Una manera en la que los leucocitos actúan, es a través de la producción de sustancias llamadas citocinas y también a través de la producción de anticuerpos. Los anticuerpos son generados por el sistema inmunológico como una respuesta de defensa contra los microorganismos y contra todas las sustancias que penetran en el organismo.
Los linfocitos B cuando captan la presencia de un agente agresor producen anticuerpos o inmunoglobulinas, las cuales son capaces de interaccionar con un gran número de estructuras químicas diferentes (Alabart, 2018). De hecho, si las sustancias externas son reconocidas por el sistema inmunológico como no perjudiciales, resultan toleradas y se producen Inmunoglobulinas del tipo G (IgG), (Zubeldia et.al., 2012).
En los individuos alérgicos se produce una estimulación preferencial de respuestas Th2, lo que condiciona una mayor proliferación y presencia de IgE y eosinófilos, como se muestra en la Figura 3(Alabart, 2018).
Cuando tiene lugar un nuevo contacto con el alérgeno, se produce la Inmunoglobulina E (IgE) para proteger al organismo, unido a los mastocitos y basófilos, provocando la liberación de una serie de sustancias intracelulares (histamina, prostaglandinas, leucotrienos). Es decir, cuando el reconocimiento falla e identifica a aquellos que no son perjudiciales, se genera una respuesta exagerada (hipersensibilidad) con la formación de anticuerpos, la cual es denominada “reacción alérgica” (Garrote, 2004).
La histamina, una de las sustancias liberada; es uno de los principales mediadores de la inflamación alérgica. Se encuentra en los gránulos de mastocitos y de los basófilos. Los antihistamínicos son los fármacos más empleados en el tratamiento de las enfermedades alérgicas ya que son eficaces para el control de la reacción causados por la histamina.
Sin embargo, la histamina es absolutamente indispensable. En pequeñas cantidades y en condiciones normales, contribuye a la regulación de diversas funciones como el mantenimiento de la humedad en las mucosas y estimula el necesario equilibrio entre los tejidos y la sangre.
La triptasa es una sustancia sintetizada por los mastocitos, que se libera durante las reacciones alérgicas. Su determinación en la sangre u orina es utilizada para establecer la existencia de reacciones alérgicas debidas a la activación de estas células (Zubeldia, et.al.,2012).
Una clase de células inmunes (monocitos), tienen pequeñas moléculas sobre su superficie, los neuroreceptores, en donde encajan los neuropéptidos.
Los mastocitos presentan una distribución ubicua en el organismo. Se encuentran localizados adyacentes a los vasos sanguíneos y linfáticos, aunque particularmente son frecuentes cerca de las superficies epiteliales de la piel, en las mucosas del tracto gastrointestinal, respiratorio y genitourinario. Es la principal célula efectora en la respuesta alérgica (Galli et al, 1996)
Los mastocitos liberan y generan un grupo heterogéneo de mediadores. La activación de este da lugar a dos tipos de respuesta; la secreción del contenido pre-formado de los gránulos por exocitosis y la síntesis de nuevos mediadores, la activación de los mastocitos en este caso por sustancias del microambiente (neuropéptidos, citocinas, fármacos). En la sustancia en la que nos centraremos serán los neuropéptidos debido a que estos comunican al cerebro con el sistema inmunológico.
Los neumoalergenos penetran el organismo, los macrofagos los captan y los transmiten a los linfocitos que dan paso a la formación de excesivas cantidades de inmunoglobulina que se fija en los basófilos y mastocitos. Estos últimos se concentran en la mucosa y en la submucosa nasal (Cennelier, 1999).
Explicado como funciona el sistema inmunológico ante la interacción con un alergeno entonces se puede hablar sobre las alergias en situaciones estresantes, debido a que los factores psicosociales como la ansiedad y la depresión incrementa la sensibilidad emocional provocando una enfermedad alérgica como conjuntivitis, rinitis o dermatitis.
Para ello es importante mencionar la integración bioemocional, la cual es un mecanismo que estudia la correlación entre las emociones provocadas por situaciones vividas como impactantes para el individuo, su expresión y localización se encuentran en el sistema nervioso, lo que provoca un síntoma, un malestar o un desajuste orgánico, mental o conductual.
Emociones
[editar]Pero, ¿qué es una emoción? Las emociones son procesos que se activan cada vez el sistema límbico detecta algún cambio significativo. Dicho sistema posee una alta plasticidad y capacidad para evolucionar, desarrollarse y madurar; por ello se plantea que no es estático, sino que va cambiando en función de las demandas del entorno. Su principal función es la organización de toda nuestra actividad (Orduño y Gouarnaluses 2016).
La sensibilidad emocional ha sido descrita como una expresión de la labilidad emocional de los individuos, dividida en tres factores: sensibilidad egocéntrica negativa, distanciamiento emocional y sensibilidad interpersonal positiva (Guarino, 2005).
La sensibilidad egocéntrica negativa describe la tendencia de los individuos a reaccionar negativamente con emociones de aprehensión, rabia, desesperanza, vulnerabilidad y autocrítica ante las demandas ambientales y situaciones estresantes; mientras sensibilidad interpersonal positiva describe la tendencia de ciertos individuos a orientarse emocionalmente hacia los otros, mostrando una gran habilidad para reconocer las emociones de otros y manifestar preocupación y compasión por aquellos que sufren o atraviesan circunstancias difíciles. Por último, el factor de distanciamiento emocional, describe la tendencia de los individuos a alejarse y evitar las reacciones emocionales negativas de los otros, manteniéndose distantes de aquellos que puedan estar atravesando circunstancias difíciles (Guarino, 2005).
Con todo lo anterior se puede establecer una relación entre las emociones y las enfermedades, la cual se puede estudiar desde la perspectiva de la Biodescodificación o Descodificación Biológica de Enfermedades, que estudia la relación de los síntomas y el origen emocional de una enfermedad (citado en Orduño y Gouarnaluses 2016)
Según esta corriente, cuando una emoción no es expresada durante la fase conflictiva, se trabaja con diferentes técnicas (con el objetivo de neutralizar y disminuir el estrés que se ha generado en el cuerpo), se resuelve la enfermedad (citado en Orduño y Gouarnaluses 2016).
Lo anterior implica que, para algunas enfermedades como las alergias, existe una relación entre el cerebro y el sistema inmunológico. Se ha planteado que se comunican a través de los neuropéptidos.
El cerebro responde al estrés liberando hormonas específicas del área del hipotálamo, la glándula pituitaria y la glándula adrenal. La respuesta al estrés hace que la glándula adrenal libere adrenalina.
La adrenalina es una hormona que está asociada con el estrés, con altos niveles de adrenalina el cuerpo tiene mucha energía tanta que hace que el cerebro se concentre, agudiza la visión y contrae los músculos, lo que le beneficia a nuestro cuerpo a corto plazo; sin embargo, cuando se lleva un ritmo de vida lleno de estrés hace que se libere adrenalina y cortisol continuamente que afectará directamente, causando una elevación en los triglicéridos (Colbert, 2006).
Justificación
[editar]En 2011 se realizó un estudio, en el que solo se tomó en cuenta a estudiantes de la carrera de medicina; el 53,9% de los individuos refirió no padecer una de estas enfermedades (Agüero et al, 2011).
El porcentaje faltante refirió tener síntomas de enfermedades alérgicas, y al ver los estudios hechos previamente las personas en su mayoría sufrían de ansiedad. Hallando una mayor prevalencia en hombres que en mujeres (Agüero et al, 2011).
Estos resultados lograron establecer una relación con los factores psicológicos (emocionales), debido a la relación que se hace con la ansiedad y las enfermedades alérgicas consideran que cuadros psicosociales y psiquiátricos son la consecuencia de dicho padecimiento (Agüero et al, 2011).
Según Sellam, todas las alergias se crean siguiendo los mismos pasos:
-Se experimenta una vivencia traumática en la que no es posible dar salida a las emociones que surgen, quedando éstas reprimidas en el cuerpo y el recuerdo (Salomon, 2014).
-Se produce un proceso de asociación simbólica subconsciente, totalmente libre, entre alguno de los estímulos sensoriales (auditivos, visuales, olfativos, gustativos, táctiles o pensamientos), presentes en la situación, con una señal de amenaza importante.
-Desde ese momento el estímulo sensorial disparará una sobre respuesta fisiológica con el fin de evitar el acceso completo al recuerdo traumático. La respuesta se experimenta con los síntomas típicos de la alergia, que están relacionados con el estímulo sensorial asociado. Por ejemplo, los estímulos olfativos generarán una respuesta física que cree mucosidad, con lo que se evita poder oler y, por tanto, recordar cuándo hemos entrado en contacto con ese aroma con anterioridad, la situación traumática.
La dificultad principal en el tratamiento de la alergia radica en la asombrosa capacidad asociativa del subconsciente. Existen casos muy claros con simbologías que suelen respetarse, sobre todo la de los síntomas, pero conocerlas sirve más como pista terapéutica que como regla infalible. (Salomón, 2014)
Rinitis
[editar]A continuación se hablará sobre dos alergias que son frecuentes y muy bien conocidas.
La rinitis consiste en una inflamación de la mucosa nasal. Es una de las alergias más comunes pero que no es mortal, puede presentar malestares de manera episódica o de manera continua, teniendo como síntomas estornudos, dificultades para respirar, mucosa, etc. El surgimiento de esta alergia es causada principalmente por el polen de las plantas, y el contacto con animales que causan la reacción.
Muchas veces se suelen interpretar sus síntomas como un resfriado común o una enfermedad viral similar, puesto que tienen síntomas similares; dichos síntomas pueden presentarse de manera estacional o durante todo el año. Los casos de rinitis pueden darse incluso desde el nacimiento aunque no es tan común, ya entrada la infancia, curiosamente los casos en niños son el doble a las de las niñas, por razones desconocidas aún, pero una vez pasada la adolescencia, las mujeres son más susceptibles que los hombres, pero no con tanto margen de diferencia como en la infancia (Nhung y Bonfils, 2015).
La rinitis alérgica está asociada a una respuesta inmunitaria mediada por IgE ante la presencia de alérgenos, además de producir los síntomas clásicos ya descritos, también se asocia a un deterioro del funcionamiento cotidiano de los pacientes. Estos pacientes pueden manifestar un grado importante de fatiga y cambios de humor, cierto deterioro de la función cognitiva, depresión y ansiedad. Por ello el deterioro de la calidad de vida y del rendimiento laboral y escolar es frecuente, especialmente con síntomas moderados y/o graves. (Zubeldia,et.al.2012).
Los síntomas mal controlados de la rinitis alérgica también contribuyen a una pérdida o alteración del sueño, que se puede ver incrementada por el uso de tratamientos sedantes. (Zubeldia, et.al. 2012).
Un estudio llevado a cabo por Mancilla-Hernández y colaboradores en el año 2015, se indicó que en varios estados de la República Mexicana como Puebla, Hidalgo, Tlaxcala y Quintana Roo, existe un incremento gradual en la relación existente de la edad y el aumento paulatino de casos de rinitis. Este aumento de casos puede indicar la relación del estrés, el cual va aumentando conforme la edad (Mancilla, 2015).
Otra de las alergias más comunes es el asma, se estima que existen unos 235 millones de personas que sufren de asma.
Relación asma y ansiedad
[editar]Existe una relación entre asma y ansiedad. No es de extrañar, puesto que si se tarda mucho en diagnosticar la causa de un trastorno de tos y ahogo se puede alterar el equilibrio psicológico. El asma es una enfermedad que en algunos casos aparece en personas con trastornos nerviosos. Un claro ejemplo es la relación entre las personas que tienen asma y las que sufren de algún grado de obesidad; la ansiedad que sufren varias personas en casos comunes está relacionado con el índice de masa corporal , y este a la vez está llevado de la mano con el asma, puesto que dependiendo el grado de sobrepeso que se tenga, se relaciona con la función pulmonar, y la disminución de peso, con su mejoría (Vega-Robledo, 2016).
Cabe recalcar que no todos los casos de asma tienen un origen psicológico ni todas las personas que padecen ansiedad tienen asma (Cisteró, 2019).
Un trastorno de ansiedad tiene el riesgo casi cuatro veces mayor de padecer asma no controlada y severa. De igual forma, tener asma implica un riesgo dos veces mayor de sufrir un trastorno de ansiedad. Confirmando una relación bidireccional entre la ansiedad y el asma (Cisteró, 2019).
Noriega del 2010 al 2011, realizó un estudio con 82 pacientes, 49 eran mujeres y 33 eran varones, entre 13 y 76 años, y los cuales tuvieran alguna alergia y observó que en todos los pacientes que presentaban dermatitis y rinitis presentaron ansiedad; mientras que solo el 50% de los pacientes estudiados, presentaron depresión (Noriega, 2013).
En la rinitis encontramos factores psicológicos íntimamente relacionados con el mantenimiento del trastorno y así definir la rinitis como un estado de hipersensibilidad provocado por diferentes factores, y que afecta tanto a la esfera emocional como la física, siendo a través de las manifestaciones físicas que se alcanza el diagnóstico y se concretan habitualmente en reacciones de la piel y el aparato respiratorio y digestivo (Alabart, 2018).
Según Thase (2013) la depresión tiene su origen en una alteración de algunas sustancias químicas en el cerebro, como la serotonina, noradrenalina y dopamina, las cuales mantienen la estabilidad del estado de ánimo en un individuo.
Una persona que tiene un alteración en la producción de serotonina, presenta una ausencia en el deseo sexual, pérdida de apetito y posiblemente alteraciones de sueño, cuando hay un desequilibrio en la producción de dopamina pierden el interés de realizar sus actividades cotidianas y sienten culpa. Mientras que las personas que tienen un desequilibrio en la producción de noradrenalina presentan poca energía y con ello sienten cansancio, tristeza y ansiedad (Sermeño, 2013).
Conclusión
[editar]Realizadas las investigaciones en este análisis, se determina que las alergias están totalmente relacionadas con el medio ambiente y la respuesta del individuo ante las situaciones que le rodean (entorno), con base en el manejo de sus emociones; pues los estudios referenciados indican que una persona que sufre ansiedad por cuestiones laborales o académicas, es más vulnerable a padecer algún tipo de alergia y verse implicada, la depresión del sistema inmunitario, es decir, al momento que éste quiere responder a elementos ajenos, dicha respuesta se ve afectada y es alterada por diversos factores bióticos (dieta, entorno, estacionario); sin embargo, esto ocurre por la incoherencia del organismo al verse afectado tras el padecimiento de ansiedad y estrés, ya que estos últimos demandan mucha energía y se generan sustancias cerebrales que alteran y deprimen al sistema inmunológico, por lo que no funciona de forma adecuada, y así se da por consecuencia, reacciones alteradas conocidas como “reacciones alérgicas”.
Por otro lado, el índice de masa corporal alto también influye en estas respuestas, porque el individuo que ha alterado el equilibrio correcto del cuerpo (homeostasis), al padecer obesidad, tiende a padecer alteraciones mediante alérgenos alimenticios, que cambian la química del cerebro, provocando así, ansiedad y depresión, y por lo tanto, relacionarse con el asma como reacción alérgica-emocional.
Hasta ahora lo más acertado para disminuir o contrarrestar la reacción alérgica se indica por parte de un médico, la inmunoterapia o hiposensibilización, sin embargo, no es apto para todos los pacientes.
Finalmente, la biodescodificación, evalúa estas relaciones psicológicas y fisiológicas, con técnicas que disminuyen el estrés y alergias específicamente, desde el trabajo emocional y personal, con ayuda profesional.
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