Administración de empresas/Filosofía/Origen de la filosofía

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N DE LA FILOSOFÍA

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Datos bibliográficos
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D. MURA, JOSEPH

Administración: Una aproximación íntegra

Filosofía
Origen de la filosofía
2015
En: https://es.wikibooks.org/wiki/Administración_de_empresas


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Índice

Principios

Los principios tratados en este recuadro representan a los principios por los cuales se guía el libro. Aunque no se mencionen explícitamente en cada parte, se encuentran, aún así, ímplicitos.

  1. La administración depende del contexto.
  2. El recurso más valioso es el tiempo.
  3. Las personas no son un recurso.
  4. El éxito no es alcanzable directamente, o sea, no se puede pretender alcanzarlo mediante un plan de acción o la consecución de esfuerzos; sino que puede nacer o no como consecuencia de los resultados hechos o nuestras acciones.


Los hombres creen que la epilepsia es divina, simplemente porque no la entienden. Pero si llamaran divino a todo lo que no entienden, realmente las cosas divinas no tendrían fin.

Hipócrates


Si se diera una fiel relación de las ideas del Hombre sobre la Divinidad, se vería obligado a reconocer que la palabra dioses se ha utilizado casi siempre paraexpresar las causas ocultas, remotas, desconocidas, de los efectos que presenciaba; que aplica este término cuando la fuente de lo natural, la fuente de las causas conocidas, deja de ser visible: tan pronto como pierde el hilo de estas causas, o tan pronto como su mente se ve incapaz de seguir la cadena, resuelve la dificultad, da por terminada su investigación, y lo atribuye a sus dioses... Así pues, cuando atribuye a sus dioses la producción de algún fenómeno... ¿hace algo más, de hecho, que sustituir la oscuridad de su mente por un sonido que se ha acostumbrado a oír con un temor reverenciar?

Paul Heinrich Dietrich, barón Von Holbach[1]


Cuanto más exija una pregunta y cuánto más explique una respuesta, con mayor propiedad pueden calificarse como filosóficas.

Tomás Melendo [2]

Durante gran parte de nuestra historia teníamos tanto miedo del mundo exterior, con sus peligros impredecibles, que nos abrazábamos con alegría a cualquier cosa que prometiera mitigar o explicar el terror. Carl Sagan, el mundo y sus demonios.

Etimología[editar]

Natura - verbo nascor - nacer, hacer, producir - Designar la totalidad de las cosas o aquello que es propio de alguna clase de seres

Physis - verbo phyo - hacer, producir - procesos que tenían que estar regulados y ordenados - fundamento del cosmos/ mundo en armonía

Arjé - griega - principio

Nacimiento de la filosofía[editar]


Por el asombro comenzaron los hombres, ahora y en un principio, a filosofar, asombrándose primero de las cosas extrañas que tenían más a mano, y luego; al avanzar así poco a poco, haciéndose cuestión de las cosas más graves tales como los movimientos de la Luna, del Sol y de los astros y la generación del todo.

Aristóteles

Desde que el hombre ha existido como un ser consciente del ambiente circundante a él, ha sido capaz de identificar los diferentes fenómenos naturales que cohabitan con su persona. Fenómenos tales como la lluvia, las tormentas eléctricas, los cambios de estaciones, los oleajes y el crecimiento vegetativo, por mencionar algunos. El ser humano incipiente no fue un gran poseedor de conocimientos como el ser humano contemporáneo lo es, por lo que su admiración era mayúscula cuando presenciaba dichos acontecimientos suceder en su derredor.

El sentimiento de admiración es dentro de la filosofía su impulsor, algo que nace naturalmente dentro de uno (Aristóteles) con el solemne propósito de proveer el interés suficiente como para tratar de conocer el ¿por qué sucede algo? Es el principio de la búsqueda que llevará a la persona desde su rincón de ignorancia hacia la obtención del conocimiento acerca de la realidad de las cosas que él vislumbra, su verdad. Es oportuno mencionar que aquellas concepciones sobre lo que es real o no tienden a variar en cada uno, por un lado una persona puede creer que algo es cierto y tomarlo como la verdad absoluta, y por otra parte también puede conocer algo y en base a ello asegurar su veracidad. Estas dos clases de conocimientos son identificados como el episteme (Platón) y la doxa (Parménides).

Episteme y doxa[editar]

El episteme es el conocimiento adquirido a través de un proceso mental o científico que tiene como objetivo establecer una relación lógica y racional entre una idea y la realidad. Mientras que la doxa (traducido como opinión) es un conocimiento adquirido mediante la interacción con los fenómenos, formado a través de las impresiones o creencias iniciales y pudiendo estar relacionadas o no a la realidad; dentro de lo doxaico existen dos grados: la eikasia (que significa imaginación) y la pistis (que significa fe o creencia)[nota 1].

Dentro de lo concerniente a la naturaleza del hombre se encuentra la función de buscar y autointeresarse por la adquisición de los conocimientos necesarios para interpretar la realidad, pero en él coexiste también la disfuncionalidad de esa facultad representada a través de su laxicidad o su capacidad nata por preferir no realizar alguna clase de esfuerzo. Esto supone en toda forma el acabose para el episteme y una oportunidad de proliferación para la doxa.

La prevalecencia de la doxa[editar]

Si nos remontamos a aquellos tiempos en los cuales las personas no poseían ninguna clase de conocimientos fuera de cómo cazar, curtir ropa, esconderse o lo que es cómo sobrevivir en un entorno hostil; podremos observar que el hombre como tal conoce de primera mano la causa y el efecto de sus acciones. Por ejemplo, él sabe que si atraviesa a un animal con una lanza este morirá, o que si frota dos piedras obtendrá fuego; por lo tanto él reconoce la forma en la que se originan determinados fenómenos cuando interactúa exclusivamente con ciertos objetos o animales en su alrededor.

Pero ¿qué sucede con aquellos fenómenos de quien no conoce la causa? Como la lluvia, las tormentas, la iridiscencia del Sol o la penumbra de la Luna. Pues bien, la naturaleza del hombre nos dictamina que es un ser nato a la adquisición de conocimientos, esto quiere decir que está inevitablemente obligado a obtener una respuesta satisfactoria sobre las causas que provocan los fenómenos admirables; pero sin un método lógico o racional al cual aferrarse, el hombre opta principalmente por usar la imaginación para llegar a una explicación agradable, y dentro de este punto él crea a los dioses, aquellos seres de tanto poderío que son capaces de controlar y provocar los fenómenos naturales a voluntad. El siguiente grado, como es mencionado, es el de creer que esto es cierto y tomarlo como real. Es así cómo su búsqueda por averiguar las causas que desencadenan aquellos espectáculos apoteósicos que observa desde que tiene consciencia de su ambiente llega a su fin en el mismo espacio en el que comenzó: su mente.

Eran tiempos peligrosos e inciertos para su ser, y viviendo en este ambiente el hombre evolucionó a la par que lo hizo con sus creencias e ideas sobre la concepción de las cosas y el por qué habían sido puestas ante él.

Actitudes frente a la realidad[editar]


Saber es poder

David Bacon

Actitud cotidiana[editar]

Una actitud cotidiana implica en una persona una disposición para el asimilamiento acrítico de conocimientos a través de la socialización o el contacto con su ambiente, con el fin de utilizarlos posteriormente para lograr adaptarse a la vida en sociedad. Se le distinguen dos clases de actitudes: la actitud espontánea y la actitud mítica.

  • Actitud espontánea: También es denominada como conocimiento vulgar. La actitud espontánea genera conocimientos mediante el contacto con el entorno o con los fenómenos. Posteriormente, pasan a ser usados como una forma de orientación ante problemas o situaciones previamente experimentadas o también con entes con quienes se haya tenido una interacción, como por ejemplo el conocimiento adquirido a través de la interacción con el fuego. Se deduce también que esta clase de conocimiento otorga cierto grado de control sobre determinados entes debido a que permite adquirir consciencia sobre sus efectos, del ejemplo anterior podemos decir que al conocer los efectos del fuego podemos usarlo para diferentes actividades como cocer los alimentos o para dar calor en tiempos gélidos. Este tipo de conocimientos se adquiere de manera inestructurada, no sistemática (conformen son experimentados).
  • Actitud mítica: Es provocada usualmente por la actitud espontánea (doxa). La actitud mítica comprende la disposición del hombre para generar conocimientos a través de los conocimientos fenoménicos (adquiridos a través de la actitud espontánea), pero a partir de su mera opinión e imaginación sobre ellos. Por ejemplo, del fenómeno del fuego una persona puede expresarse al respecto diciendo que el fuego es creado por un ser superior o una magia misteriosa, sin importar que esto sea cierto o no. Esta actitud busca soslayar la dificultad que representa en una persona la búsqueda exhaustiva y reflexiva de averiguar las causas reales circunscritas a un fenómeno. Al respecto se puede decir también que, al ser el hombre un animal deseoso de poder controlar algo, genera también una serie de ritos y fetiches por los que pretende obtener una especie de beneficio personal a través de su realización e idolatración respectivamente.
Cabe destacar que las creencias o mitos son inherentes a las culturas de cualquier civilización que haya existido y quede por existir, y que han sido originados para dar una explicación absoluta a los diversos problemas circundantes al ser humano (como la muerte, el significado de la vida, el porqué de ciertos fenómenos), por lo que se puede decir al respecto que las personas buscan ante todo una forma de mitigar la angustia que les produce la ignorancia y por consiguiente la incapacidad de controlar algo debido a no conocerlo.

Actitud racional[editar]

Actitud científica[editar]


El estado científico de la mente no es escéptico ni dogmático. El esceptisismo juzga que la verdad no se puede descubrir, mientras que el dogmatismo piensa que ya está descubierta.

Bertrand Russell

Se conoce como actitud científica a la disposición en una persona para rechazar la creencia irreflexiva o vehemente (actitud mítica) sobre una situación en concreta o sobre un fenómeno o una serie de estos; mas no dejar de considerarla, pero sí manteniendo la duda hasta conseguir generar un resultado a través de una investigación sistemática (investigación científica/método científico).

Este tipo de disposición en especial provoca en la persona una moral autónoma y un juicio crítico independiente de los demás.

Actitud filosófica[editar]

La actitud filosófica comprende la disposición de una persona por producir un sentido del orden y de jerarquía dentro de todos sus saberes, para de esta forma poder usarlos en la reflexión lógica y racional de los fenómenos o situaciones percibidos en su entorno y otorgarles así un valor y objetivo. Se concluye que esta disposición buscar generar un conocimiento lógico y racional a partir de los saberes ya adquiridos.

Hacer una "actitud filosófica" implica en toda regla desprenderse de lo cotidiano para dar paso a lo "idóneo para uno mismo", partiendo del hecho de que esto último no haya sido impuesto a través de un dogma o una cultura.

Referencias[editar]

  1. Systéme de la Nature, Londres 1770
  2. Introducción a la filosofía, 2da edición. pp:16



Notas[editar]

  1. {{subst:Enlace wikipedia|Doxa}}: Platón criticaba la doxa, pero, sobre todo, despreciaba a quienes hacían del falso conocimiento y de la apariencia de sabiduría un medio de lucro personal o de ascendencia social. A estos personajes los denominaba doxóforos, «aquellos cuyas palabras en el Ágora van más rápidas que su pensamiento».

Bibliografía[editar]

  • Marías, Julián (1941). Historia de la filosofía (8va reimpresión y 1ra edición). Alianza Editorial S.A.. ISBN 84-206-8183-0. 
  • Polo, Leonardo (2002). Introducción a la filosofía (3ra edición). Ediciones Universidad de Navarra, S.A.. ISBN 84-313-2039-7. 
  • Melendo, Tomás (2004). Introducción a la filosofía (2da edición). Ediciones Universidad de Navarra, S.A.. ISBN 84-313-2180-6. 
  • Chávez Calderón, Pedro (2008). Historia de las doctrinas filosóficas (4ta edición). Pearson Educación de México S.A. de C.V.. ISBN 978-970-26-1302-2. 
  • Sagan, Carl (1980). «El espinazo de la noche». Cosmos. Editorial Planeta. ISBN 9788408053040. 

Referencias[editar]

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