Orígenes del Neolítico en Andalucía/Asentamiento y hábitat

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Los datos que se disponen en la actualidad acerca de los yacimientos peninsulares permiten precisar alguns cuestiones sobre el hábitat neolítico, siendo característica del neolítico peninsular el hábitat en cuevas que se suponía para las fases más antiguas, siendo por ejemplo utilizado el término de <<cultura de las cuevas>> designado por Bosch Gimpera en relación con ese horizonte cultural en relación con grupos neolíticos de la zona central. Para el área objeto de nuestro trabajo, es preciso indicar que Manuel Pelicer (Berlín, 1961), defendía para algunas áreas andaluzas un neolítico en cueva, y otro posterior de superficie, señalando además que el 90% de los yacimientos neolíticos se hallan en cuevas y abrigos y solamente una veintena se encuentran al aire libre. En realidad, el número es más elevado. (En torno a la problemática del hábitat al aire libre en el neolítico peninsular, Isabel Rubio de Miguel, UAM

Se constata una expansión del poblamiento, con una mayor densidad de asentamientos relacionados entre sí y con la ocupación progresiva de los valles y llanos con capacidad productiva agrícola y ganadera. El sedentarismo de la población y el surgimiento de la población y el surgimiento del poblado constituyen una de las novedades de este horizonte histórico. Las nuevas prácticas económicas son sin duda la causa de una mayor fijación en el territorio, y de la aparición y consolidación de unas estructuras de hábitats de morfología compleja, que requieren una inversión de trabajo cada vez mayor.

Durante los primeros años, una hipótes sostiene que el hábitat se situaba en cuevas y abrigos, no fue hasta el neolítico medio cuando aparecen los poblados consolidados al aire libre, sin embargo, es verdad que son los asentamientos más fáciles de detectar, sin embargo también hay yacimientos al aire libre de los periodos iniciales (aquí habría que contrastar las cronologías del artículo que cita Beatriz Galván (1997) con las de Alday (2009) que sigue sosteniendo que los primeros hábitats eran en cuevas).

No debemos caer en el error de identificar los poblados al aire libre, de entornos más costeros con comunidades que practican la agricultura con las que viven en cuevas como comunidades ganaderas y/o cazadoras recolectoras (Beatriz Galván 1997). Para empezar, muchos de los asentamientos en cuevas de los entornos serranos se encuentran rodeados de tierras potencialmente aptas para el cultivo, y que las excavaciones realizadas que llevaron a a Ramos (1988-9) a plantear esta hipótesis no habían llevado a cabo una metodología adecuada en la recuperación de los restos vegetales debido a que partían de dicha premisa. Sin embargo, si es cierto que algunos yacimientos no están en lugares aptos para la agricultura, pero no todos.

La fase del Neolítico Antiguo en Andalucía evoluciono hacia la <<cultura de las cuevas>>, que en las sistematizaciones de los investigadores andaluces pertenece ya al neolítico medio o pleno. Este horizonte es ampliamente reconocido en casi toda Andalucía, bien representado por los niveles superiores de las cuevas de la Cariguela, del Nacimientos (Pontones, Jaén) y de los Murciélagos (Zuheros, Córdoba), se caracterizan por producciones cerámicas decoradas con incisiones, acanaladas y, sobre todo, con decoraciones con engobe rojo llamadas <<a la almagra>>, características de esta región. La localización de los asentamientos, distribuidos en esencialmentes en abrigos y cuevas, y la orientación de los primeros trabajos sobre el registro, favorecieron la tesis del predominio de estas comunidades de formas económicas vinculadas con el pastoreo; pero investigaciones recientes proponen la existencia de prácticas agrícolas mixtas, dentro de las cuales la ganadería tendría un papel significativo, como en el caso de la cueva del Toro (Antequera, Málaga).