Historia de los Estados Unidos de América/Una nueva nación

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El Distrito de Columbia (DC), que está rodeado por los estados de Maryland y Virginia, fue designado en la década de 1790 como la sede de la capital de la nación. Fue bautizada con el nombre de Washington en honor del primer presidente. En Washington, DC, quedó establecida la sede de las tres ramas del gobierno federal: la legislativa, la ejecutiva y la judicial. La rama legislativa la constituyen el Congreso, compuesto por dos cámaras, las cuales se reunen en el Capitolio. La Cámara de Representantes se compone de miembros que se eligen en cada estado en proporción con su población. El Senado está compuesto por dos miembros que elige cada estado. El poder ejecutivo está compuesto por el Presidente quien, con ayuda de su Gabinete, se encarga de administrar la ley. El Presidente es elegido por todo el pueblo y habita en la Casa Blanca. La rama judicial esta compuesta por nueve magistrados de la Corte Suprema, a quienes incumbe la decisión final en lo que se refiere a la determinación de si una ley está conforme con el espíritu de la Constitución. Así pues, el Congreso elabora las leyes, el Presidente las pone en vigor y la Corte Suprema las interpreta.

Entre las atribuciones del gobierno federal están las de acuñar monedas, imponer tributos al pueblo, mantener un ejército, una armada y una fuerza aérea para defender a la nación y dirigir sus relaciones exteriores. Además, a través de los tribunales federales el gobierno tiene autoridad sobre las personas en casos relacionados con la interpretación de la Constitución o de las leyes y tratados elaborados al amparo de la misma.

Los gobiernos estatales conservan el poder exclusivo en lo que se refiere a todo asunto local. Tienen su gobernador, sus asambleas legislativas y tribunales propios. Promulgan las leyes relacionadas con la salud, la educación, los impuestos locales y muchas otras cuestiones de importancia.

Como primer presidente de Estados Unidos, George Washington gobernó con un estilo federalista. Cuando los agricultores de Pennsylvania se negaron a pagar un impuesto federal sobre el licor, Washington movilizó a un ejército de 15.000 hombres pare sofocar la Rebelión del Whiskey. Con Alexander Hamilton al frente de la Secretaría de Hacienda, el gobierno federal se hizo cargo de las deudas de cada estado y creó una banca nacional. Estas medidas fiscales fueron concebidas pare alentar la inversión y persuadir a la iniciativa privada a que apoyara al nuevo gobierno.

En 1797, Washington fue sucedido por otro federalista, John Adams, quien se vio envuelto en una guerra naval no declarada contra Francia. En una atmósfera de histeria bélica, el Congreso, controlado por los federalistas, aprobó en 1798 las Leyes sobre Extranjeros y Sedición. Estas medidas permitieron la deportación o arresto de extranjeros "peligrosos", y prescribieron multas o prisión por publicar ataques "falsos, escandalosos y maliciosos" contra el gobierno. Diez editores republicanos fueron condenados conforme a la Ley de Sedición, la cual fue acremente denunciada por el abogado virginiano y principal autor de la Declaración de Independencia, Thomas Jefferson.

La represión a que dieron lugar las Leyes sobre Extranjeros y Sedición terminó en 1801, cuando Thomas Jefferson fue elegido presidente. Como Republicano, Jefferson fue un jefe del ejecutivo informal y accesible. Aunque quiso limitar el poder del presidente, la realidad política lo obligó a ejercer ese poder vigorosamente. En 1803 compró a Francia el inmenso territorio de Louisiana por US$15 millones: en adelante Estados Unidos se extendería hacia el oeste hasta las Montañas Rocosas. Cuando piratas norafricanos atacaron barcos estadounidenses, Jefferson envió una expedición naval en contra del estado de Trípoli.

Mientras tanto, la Corte Suprema, bajo su presidente John Marshall, afimmaba su propia autoridad. En el caso de Marbury vs. Madison, que se ventiló en 1803, Marshall afimmó que la corte declararía nulo cualquier acto del Congreso "contrario a la Constitución". Esa disposición estableció la idea más fundamental del derecho constitucional de Estados Unidos: la Corte Suprema toma la decisión final en la interpretación de la Constitución y, si los jueces determinan que una ley es inconstitucional, pueden declararla nula aunque haya sido promulgada por el Congreso y firmada por el presidente.

Durante las guerras napoleónicas, barcos de guerra británicos y franceses hostilizaron a buques de Estados Unidos. Jefferson respondió prohibiendo las exportaciones estadounidenses a Europa, pero los comerciantes de la región de Nueva lnglaterra protestaron porque su comercio se arruinaría por el embargo, el cual fue derogado por el Congreso en 1809. Sin embargo, en 1812 el Presidente James Madison le declaró la guerra a la Gran Bretaña por este asunto.

Durante la Guerra de 1812, los barcos de guerra estadounidenses tuvieron algunas victorias impresionantes, pero la marina inglesa, inmensamente superior, bloqueó los puertos de Estados Unidos. Los intentos por invadir al Canadá británico terminaron en catástrofe, y las fuerzas inglesas se tomaron y quemaron Washington, la nueva ciudad capital de la nación. Inglaterra y Estados Unidos convinieron en una paz pactada en diciembre de 1814; ninguna de las partes obtuvo concesiones de la otra. Dos semanas después, el General Andrew Jackson detuvo un asalto británico a New Orleans. La noticia del tratado de paz aún no llegaba a oídos de los soldados.

Después de la guerra, Estados Unidos gozó de un período de rápida expansión económica. Se construyó una red nacional de carreteras y canales, buques de vapor surcaban los ríos, y el primer ferrocarril de vapor se inauguró en Baltimore, Maryland, en 1830. La Revolución Industrial había llegado a Estados Unidos: la región de Nueva Inglaterra contaba con fábricas de textiles y Pennsylvania con fundiciones de hierro. Para la década de 1850 había fábricas que producían artículos de hule, máquinas de coser, zapatos, ropa, equipos agrícolas, pistolas y relojes.

Las tierras colonizadas crecieron hacia el oeste, más allá del Río Mississippi. En 1828 Andrew Jackson fue elegido presidente: el primer hombre en ocupar este cargo quien haya nacido en el seno de una familia pobre y en el oeste de Estados Unidos, lejos de las tradiciones culturales del litoral del Atlántico. Jackson y su nuevo Partido Demócrata, herederos de los Republicanos de Jefferson, promovieron un credo de democracia popular y atrajeron a los miembros humildes de la sociedad: los agricultores, los mecánicos y los obreros. Jackson destruyó el poder del Banco de Estados Unidos, que había dominado la economía de la nación. Premió con empleos gubernamentales a sus partidarios sin experiencia pero de probada lealtad. Puso tierras a disposición de los colonizadores del oeste, obligando a las tribus indígenas a emigrar al oeste del Río Mississippi.

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