Gestión del conocimiento/Capital intelectual/Fundamentos teóricos

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Hace cierto tiempo las organizaciones se dieron cuenta que sus activos físicos no tienen la capacidad de generar ventajas competitivas sostenibles en el tiempo, debido en algunos casos a la facilidad de las demás organizaciones de conseguir los mismos activos y gestionarlos, y además porque el verdadero valor que generan estos activos consiste en el conocimiento que se aplica a ellos. Este conocimiento es, en parte, lo que llamaremos activo intangible. Además del conocimiento, a los activos intangibles se suman las habilidades, valores y actitudes de las personas que forman parte del núcleo estable de la empresa. A este conjunto de activos intangibles se les denomina Capital Intelectual, cuando generan valor económico para la empresa (VIEDMA, 2000, <En Línea>) En este capítulo se desarrollará el concepto de capital intelectual, los modelos de capital intelectual más reconocidos junto con algunos indicadores que se usan para su medición.

La consideración de la empresa como un sistema abierto en permanente contacto con su entorno determinó, durante varias décadas, el modelo dominante en la Administración de Empresas, bajo el supuesto de que las condiciones externas eran determinantes de la competitividad empresarial. Ahora bien, la influencia de los factores externos es idéntica para todas aquellas empresas situadas en el mismo entorno competitivo, por lo que se ven sometidas a las mismas condiciones y, por tanto, a las mismas expectativas de rentabilidad. Sin embargo, la práctica competitiva presenta multitud de situaciones en las que empresas ubicadas en el mismo sector económico obtienen niveles diferentes de rentabilidad. (NAVAS y ORTIZ, 2002)

En los últimos años ha cobrado especial interés, en la literatura sobre Administración, la Teoría de los Recursos y Capacidades, la cual centra su atención en el análisis de los recursos que poseen las empresas, así como en sus diferencias, y en la importancia que tiene este hecho para explicar la evolución de los resultados. (NAVAS y ORTIZ, 2002)

Los recursos y las capacidades de una empresa juegan un papel cada vez más relevante en la definición de la identidad de la empresa. En efecto, ante entornos turbulentos, con incertidumbre, complejidad, competencia global, acortamiento del ciclo de vida de los productos, cambios rápidos en los gustos y necesidades de los consumidores, etc., la empresa tiene dificultades para plantearse qué necesidades quiere satisfacer, por lo que puede preguntarse, alternativamente, acerca de qué necesidades pueden satisfacer. En este último caso, la orientación externa no puede ser el único fundamento de la estrategia empresarial, sino que es preciso recurrir al análisis de los recursos y capacidades disponibles para poder poner en marcha una estrategia. En general puede afirmarse que cuanto más dinámico sea el entorno de la empresa, más sentido tiene basar su estrategia en los recursos y capacidades internos frente a hacerlo sobre consideraciones de tipo externo (NAVAS Y GUERRAS, 2002).

A partir de este enfoque, la empresa es considerada como un conjunto de tecnologías, habilidades, conocimientos, etc., que se generan y aplican con el tiempo. Esta nueva visión de la empresa pone de manifiesto el interés de estudiar los recursos y capacidades de la empresa, y más concretamente los de carácter intangible, así como hacer un esfuerzo por clasificarlos y ver su potencial para crear ventajas competitivas para la empresa.

Son varias las propuestas clasificatorias que se pueden encontrar en la literatura acerca de los distintos tipos de recursos con los que cuenta una empresa. Nosotros distinguiremos únicamente los recursos de carácter tangible e intangible, justamente para darle mayor importancia a los segundos en el soporte de la actuación competitiva de la empresa.

Los recursos tangibles son aquellos activos de la empresa que tienen soporte físico y se concretan en algo material, por lo que pueden ser fácilmente identificados en el seno empresarial. Dentro de los recursos tangibles se suelen distinguir los siguientes tipos: inmovilizado (terrenos, edificios, maquinaria, instalaciones, equipos informáticos), existencias (materias primas, productos terminados, productos semielaborados) y activos financieros (capital, reservas, derechos de cobro, acciones de otras personas). (NAVAS y ORTIZ, 2002)

Por su parte, los recursos intangibles son aquellos activos que no tienen soporte físico, ya que están basados en la información y el conocimiento, por lo que se hace difícil su identificación y cuantificación. Sin embargo, estos activos están teniendo una importancia creciente para la empresa, como sustento de su ventaja competitiva, ya que sus características específicas les hacen tener un fuerte potencial diferenciador respecto de los competidores (SALAS, 1996). Factores como la imagen de la empresa, el conocimiento tecnológico, el capital humano o la marca son variables con un peso cada vez mayor en la explicación del éxito empresarial.