Discusión:Cibercultura/¿Resistirá el libro en tiempos de comunicación digital?

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.- Me gustaría comenzar a dar respuesta a su interrogante analizando los términos de la cuestión. En primer lugar, el término “resistencia” puede sugerir dos ideas: la idea de que el libro como forma comunicativa se puede hallar hoy debilitado, pero sobrelleva —se resiste a— un “inevitable” destino; y la idea de que el libro se defiende —resiste— ante el embate de otras formas comunicativas tan potentes como la información electrónica, el multimedia o el hipertexto.

Ahora, hablar de “tiempos de comunicación digital” sugiere la idea de que estaríamos, como sostienen varios autores, atravesando un momento inédito en la evolución de la comunicación humana. Siguiendo a Steven Harnad por ejemplo, podríamos afirmar que estos tiempos de la comunicación digital se caracterizan porque hacen converger y potencian el tiempo "real" de la comunicación oral con la interactividad que inaugura la escritura. Pero también podríamos afirmar con Lévy que vivimos un nuevo momento de la comunicación humana en el cual la totalidad del conocimiento se puede visualizar —al menos en teoría—, gracias a ese gran contenedor que es la red de redes, y que la universalidad de dicho conocimiento se puede alcanzar gracias a las tecnologías de la conectividad que harán posible la configuración de una gran inteligencia colectiva y conectiva.

Es cierto que existe la tendencia simplista a polarizar el debate, colocando de un lado a esos "visionarios de la informática" que ofrecen un futuro donde los libros impresos, las bibliotecas, las librerías y los editores tradicionales son sustituidos por instituciones y géneros electrónicos, y del otro a los "bibliófilos”, partidarios del antiguo orden que se sienten, no sólo obligados a defender el libro, sino también a despreciar la tecnología que acabaría con él. Posiciones tan radicales son muy problemáticas. Los “visionarios” no ofrecen tesis históricas que permitan afirmar que el futuro que imaginan será inevitable, pues la tecnología cambia tan rápida e impredeciblemente que se hace imposible describir un futuro próximo o mediato con certeza. Y los bibliófilos se hayan sesgados por una suerte de fetichismo que bloquea cualquier visión futurista. Me pregunto por eso: ¿No sería más saludable reconocer que en la actualidad se da una especie de mezcla de soluciones tecnológicas que obligan a considerar los libros impresos y encuadernados, como una forma, entre muchas, de entender el libro? ¿No sería útil redefinir el libro como cualquier contenedor —incluido el digital— de discurso?