SOCIEDAD, FAMILIA Y EDUCACION/Escuela, familia y comunidad/Las complejas relaciones familia-escuela

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Introducción.[editar]

La posición de las familias frente a la escuela es más de desencuentro que de conciliación. La familia considera que su posición es vital para la formación, en este caso de valores, y que es la escuela la que debe de “enseñar”[1]. En cuanto al profesorado, considera que su papel no es sólo el de facilitar conocimientos, sino que deben completar la formación en valores, eso sí, con ayuda de la familia.

Así vemos que, el punto de vista de la escuela es sumatorio, mientras que el de la familia no. La escuela intenta conciliar su posición, la de la familia y hasta la del Estado (que es el que legisla lo que se debe hacer).

La familia cree que está en posición de ser espectador de lo que la escuela maneja, pero, en determinadas situaciones, exige una atención y una posición que considera suya: ellos controlan el dónde (escuela pública, privada o concertada), creen controlar el cómo (ayudan a sus hijos a realizar las tareas, les llevan a multitud de actividades extraescolares, etc.) y no saben cómo controlar el cuándo (se “enseña” en clase, durante la educación obligatoria, post-obligatoria, en casa…). La escuela cree controlar todo eso, tan solo con las “buenas intenciones” y basándose en un bagaje de años de prueba-error.

Otro aspecto es que la familia de hoy en día no se parece a ese modelo de familia extensa que aseguraba la custodia de los hijos[2]. Pero esto se estudia en otros capítulos de este tema.[3]

Lo que sí queda claro es que, al final, se llega a la misma conclusión: se necesita un consenso entre todos los agentes implicados en la educación, mayor participación en ambos sentidos y, en definitiva, colaboración para que haya un mayor entendimiento en la enseñanza-aprendizaje, tanto de padres, alumnos y profesores.

Papeles de la escuela y de la familia.[editar]

Según un reciente estudio de ámbito estatal[4], el 95,6 % de los progenitores cree que las familias son las principales responsables de educar a los hijos. Pero además, al preguntárseles sobre el segundo máximo responsable, el 88,2 % pensaron en los profesores.

Educar es algo más que instruir (centrado en las metas académicas). La educación hace referencia a la formación de la persona: valores y creencias, pautas de comportamiento, etc. Si bien la familia se percibe como la principal responsable en la educación, la escuela resulta complementaria, y juega un papel importante. Además de desarrollar apropiadamente su función académica de acuerdo a las necesidades de los distintos tramos de edad y contextos, la escuela debe apoyar la transmisión de valores. Así, una simbiosis entre familia y escuela permitiría hacer frente a las influencias externas negativas de forma más efectiva.

Según otro estudio reciente[1], existen diferentes posiciones de las familias en torno al papel de la escuela en la formación en valores de los jóvenes:

  • Posiciones tradicional y clientelar. Se demanda una mayor convergencia entre el sistema de valores de la familia y el la escuela.
  • Posición instituyente. Se trata de educar para ser personas libres, solidarias, igualitarias, etc. Se valora la implicación de los profesores (“deben ser amigos”), en contraposición a los simples “enseñantes”.
  • Posición liberal. Se parte del respeto a la pluralidad ideológica y religiosa en España, y se defiende que la escuela solo transmita aquellos contenidos éticos básicos que sean aceptables por todos, dejando los desarrollos normativos e ideológicos más concretos a las familias.

Expectativas de las familias y el profesorado en relación al sistema educativo.[1][5][6][7][editar]

La preocupación actual de las familias consiste en recuperar la calidad de la escuela (pública, pues se considera mejor la privada) tras su caída asociada a medidas de equidad. Las familias identifican como problemas para la educación de sus hijos la influencia de los medios de difusión, el mal uso de las tecnologías de la información/comunicación (TIC), y la incitación de la sociedad a actos como la agresividad, la drogodependencia, el consumismo, etc. Se piensa que es necesario incrementar la autoridad para solventar estos problemas, tanto de la propia familia como del profesorado. El riesgo de una autoridad excesiva consistiría en la desobediencia rebelde, y el de una escasa en infantilismo caprichoso. Se reclama de la escuela la formación en responsabilidad. En cuanto a las metas académicas, se asocian a la capacidad del alumno y al futuro laboral. Sin embargo, las familias admiten una falta de participación en la escuela.

Se espera un pacto desde la política. Así por ejemplo se considera necesario acabar con el continuo debate acerca de la religión o la discutida "Educación para la Ciudadanía" y llegar a un sistema educativo estable. Éste debería reforzar la enseñanza del inglés y las TIC.

Los profesores declaran que la calidad de la educación ha descendido, aceptando los recientes diagnósticos en los que se espera que ésta mejore. Consideran que su propia formación inicial es mediocre y que el factor decisivo de calidad es la experiencia práctica (todavía está por ver la influencia de la reciente sustitución del Certificado de Aptitud Pedagógica por el Máster en Formación del Profesorado de Secundaria). Consideran su profesión como una vocación. No se sienten valorados por la sociedad. Creen que la educación en valores es responsabilidad de todo el profesorado, más que de un solo tutor o materia. También reclaman más orden y disciplina (en 2010 apareció la Ley de Autoridad del Profesor). Otras demandas frecuentes son los recursos y la atención a la diversidad.

Participación de las familias en la escuela.[editar]

Una primera línea de actuación es decidir a que Centro van a llevar a sus hijos. Por un lado, algunos padres no pueden o ni siquiera se molestan en su elección, acudiendo por lo general al colegio público situado en su zona de residencia. A continuación, habría un grupo de padres que dedican algo más de esfuerzo al estudio de diferentes opciones, buscando un determinado ambiente escolar y decantándose generalmente por centros concertados o uno público que no les corresponde. Y por último aquellos que consideran la elección de centro como algo fundamental, eligiendo en la mayoría de los casos concertados o privados. Sin embargo, se constata (en cuanto a los niveles de satisfacción) que la mayoría de los padres de los primeros grupos, si pudiesen permitírselo, optarían por centros privados.

Una segunda línea de actuación es intentar complementar la educación formal de sus hijos recibida en la escuela, o incluso implicarse en ella mediante los mecanismos de participación que ésta ofrece.

Resulta curioso que, a pesar de que en general éstos son muy valorados, solo una minoría de los familiares acude a las reuniones y actividades convocadas por los centros educativos, o participan activamente en las AMPA, los Consejos Escolares u otras vías existentes[1][5][8]. Las familias que más participan desearían incluso una mayor implicación proponiendo una alianza entre centros públicos y privados. Y este es un factor importante a considerar, ya que la existencia de al menos tres modelos de vías de participación[9], citados a continuación, es de carácter obligatorio únicamente en los centros sostenidos con fondos públicos.

  • Individual: nivel más básico de participación, que implica que la familia se interese y se informe de lo que sucede en la escuela, asista a las tutorías o establezca una coordinación entre su actividad educadora y la del Centro.
  • Colectiva: que consiste en la participación a través de las Asociaciones de Madres y Padres del Alumnado (AMPA), en las que se tratan colectivamente problemas y se planifican actividades.
  • Consejos Escolares: con representación del Centro, de padres, profesores, alumnos y personal no docente, permite a toda la comunidad educativa la intervención en el control y gestión del Centro, de forma que la mayoría de las decisiones importantes que se toman en éste han de pasar por él.

Existen experiencias educativas en pos de una participación más activa de las familias que han tenido un gran éxito, como:

  • "Leer juntos"[10] (Premio Nacional de Fomento de la Lectura 2005): programa de Educación Literaria para personas adultas y niños, en el cual la literatura se enmarca dentro de un contexto de cultura amplio, donde se realizan tertulias, encuentros con personas relacionadas con el mundo de la cultura en general y con otros Grupos de Lectura.
  • Comunidades de Aprendizaje[10][11]: basadas en la participación activa de toda la comunidad educativa, en especial la familia. En ellas, se trabaja por la mejora de todos los aspectos educativos, ofreciendo una educación orientada a conseguir una mayor igualdad social. El currículo se elabora conjuntamente entre profesores y familiares.
  • AFA (Asociación de Familiares del Alumnado) [11], en sustitución de las AMPA, en las que participan miembros de las familias de todas las edades (primos, hermanos…).
  • Grupos interactivos[11]: grupos de trabajo heterogéneos con la supervisión de un voluntariado constituido por adultos. Se comprueba que contribuyen a una mejora sustancial en el tratamiento de la diversidad, y reducen el absentismo.

Conclusiones.[editar]

Reactivar la competencia entre Centros, publicando la evolución de su rendimiento, ayudaría a los padres a elegir Centro y estimularía la calidad de éstos. Las familias deben ser conscientes de que su responsabilidad en la educación de los hijos no termina cuando han elegido Centro: son responsables de supervisar el uso de la TV, TIC, ..., a lo que ayudaría mejorar la conciliación laboral-familiar. Se requiere un acuerdo en el reparto de responsabilidades entre familia y escuela. La educación es responsabilidad de todos: familia, escuela y sociedad, pues la educación es un bien individual y social.

Referencias.[editar]

  1. 1,0 1,1 1,2 1,3 Pereda, C., de Prada, M. A., Actis, W., Posiciones y expectativas de las familias en relación al sistema educativo. Exploración cualitativa, (Ministerio de Educación, Madrid, 2010).
  2. Fernández Enguita, M., Educar es cosa de todos: escuela, familia y comunidad, en Garreta, J., (ed.), La relación familia-escuela (Edicions de la Universitat de Lleida, Lleida, 2007).
  3. 02a
  4. Pérez-Díaz, V., Rodríguez, J. C. y Fernández, J. J., Educación y familia. Los padres ante la educación general de sus hijos en España, (Fuencas, Madrid, 2009).
  5. 5,0 5,1 Pérez-Díaz, V., Rodríguez, J. C., Sánchez Ferrer, L., La familia española ante la educación de sus hijos, (Colección Estudios Sociales [Núm. 5] de la Fundación "la Caixa", Barcelona, 2001).
  6. Martín Ortega, E., Manso Ayuso, J.,Pérez García, E., Álvarez Sánchez, N., La Formación y el Desarrollo Profesional de los docentes, FUHEM, 2010.
  7. Martín Ortega, E., Manso Ayuso, J.,Pérez García, E., Álvarez Sánchez, N., La opinión del profesorado sobre la calidad de la educación, FUHEM, 2007.
  8. Garreta, J. (2009). Escuela y familias inmigradas: Relaciones complejas. Revista Complutense de Educación, 20(2), 275-291.
  9. Montañés, J., La participación de las madres y padres en los centros escolares, en Garreta, J., (ed.), La relación familia-escuela (Edicions de la Universitat de Lleida, Lleida, 2007).
  10. 10,0 10,1 CEIP Francisco Galiay Sarañana de Ballobar (Huesca), La participación de las familias en la escuela, en Garreta, J., (ed.), La relación familia-escuela (Edicions de la Universitat de Lleida, Lleida, 2007).
  11. 11,0 11,1 11,2 Aubert, A., Participació de familiars als Centres educatius. Les comunitats d'aprenentatge, en Garreta, J., (ed.), La relación familia-escuela (Edicions de la Universitat de Lleida, Lleida, 2007).

Caps. y apdos.: 01 a b 02 a