Pisología Social de la Comunicación/D2a

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Comunicación intercultural[editar]

Introducción
El mundo en el que nos ha tocado vivir es, sin duda, un mundo en que la comunicación se ha vuelto cada vez más importante y, sobre todo, más globalizada. Un claro ejemplo lo encontramos en internet, que nos permite comunicarnos con cualquier persona que tenga conexión a la red en cualquier parte del mundo. Sin embargo también en otros muchos ámbitos la comunicación cruza fronteras, como pueden ser las negociaciones empresariales por ejemplo. Emerge por lo tanto la importancia de estudiar la comunicación desde un punto de vista diferente al estudiado clásicamente, ya que ésta está enmarcada dentro de diferentes culturas: surge la comunicación intercultural.
La comunicación intercultural, tal y como la define R. Vilà Baños (2005), se entiende como la comunicación interpersonal donde intervienen personas con unos referentes culturales lo suficientemente diferentes como para que se auto perciban, teniendo que superar algunas barreras personales y/o contextuales para llegar a comunicarse de forma efectiva.

Barreras en la comunicación intercultural
Antes del contacto
Como vemos, es necesario superar algunas barreras para poder llegar a comunicarnos con éxito en un ámbito intercultural. Y es que para empezar ya antes del propio encuentro encontramos la primera barrera que entorpecerá nuestro objetivo. Según la teoría de la categorización y atribución social, la categorización social favorece sesgos positivos para grupos culturales de pertenencia, y sesgos negativos para los demás grupos (Gudykunst, 1989). De esta manera, tendremos que hacer un primer esfuerzo por sobreponernos a estereotipos e ideas preconcebidas antes incluso de ver a nuestro interlocutor.
Una vez establecemos el primer contacto vuelven a jugar un importante los estereotipos y nuestras ideas preconcebidas, activadas esta vez por la mera imagen que transmite la otra persona, la forma de vestir, etc. Cabe destacar la importancia que tiene el saludo en toda comunicación. Éstos son mensajes táctiles altamente ritualizados y diversos según la cultura, pudiendo basarse en cabezas que se tocan, narices que se frotan o besos cuyo número (uno, dos, tres o cuatro) y lugar (mejilla, labios, en la mano…) varía de una cultura a otra.
Después del saludo toma importancia la proxémica, las diferentes formas de usar el espacio personal de cada uno. E. Hall (1990) describió cuatro zonas o espacios personales distintos: La distancia íntima (relaciones amorosas y familiares), la distancia personal (relaciones sociales o en la calle), la distancia social (oficinas, tiendas, hoteles…) y la distancia pública (en política, conferencias…). Estas distancias varían según las diferentes culturas pudiéndose distribuir a lo largo de un eje de más a menos contacto. Así, las culturas serían clasificadas, de más contacto a menos, empezando por las árabes, latinas, africanas y afro americanas; y acabando con las asiáticas, anglosajonas y escandinavas.

Comunicación no verbal
También entra en juego todos los aspectos relacionados con la comunicación no verbal (aunque estrictamente todo lo mencionado anteriormente puede considerarse como comunicación no verbal). Hay muchas formas de comunicar no verbalmente y muchas de ellas sólo pueden ser interpretadas a través del marco de la cultura. Concretamente, las culturas difieren en el repertorio específico de comportamientos sobre movimientos, posiciones del cuerpo, gestos, etc; el conjunto de reglas que regulan qué expresión determinada usar y cuándo usarla exactamente; y en la interpretación que se hace de este tipo de comunicación, pudiendo ser una expresión en una cultura fortuita (sin significado), idiosincrásica (expresión especial propia de un grupo) o compartida (propia del grupo cultural), mientras que en la otra cultura la interpretación sea totalmente distinta (Lustig y Koester, 1996).
Cabe destacar que la comunicación no verbal a menudo es de adquisición inconsciente, raramente es cuestionada y sólo se manifiesta explícitamente cuando se infringe. Como vemos, ni siquiera hemos empezado a hablar y ya se ha desarrollado un intenso tráfico de información.

Ansiedad e incertidumbre
Al iniciar el contacto comunicativo propiamente dicho, entran en juego tanto la incertidumbre como la ansiedad. Berger y Calabrese (1975) basan su teoría de la reducción de la incertidumbre en los momentos iniciales de incertidumbre y ansiedad del proceso comunicativo (metáfora del forastero). Entienden la incertidumbre como un fenómeno cognitivo que condiciona lo que pensamos sobre el otro; y la ansiedad como el componente emocional en las situaciones a las que anticipamos consecuencias negativas.
Teniendo esta teoría en mente, hay que destacar que a menudo el contacto intercultural plantea mayores situaciones de incertidumbre y ansiedad que el contacto entre personas del mismo grupo cultural, incluso compartiendo una lengua común. El hecho de que la incertidumbre condicione lo que pensamos sobre el otro hace que además hagamos unas predicciones y demos unas explicaciones a las actitudes, sentimientos, creencias, valores y conductas de los otros.
Berger y Calabrese (1975) sostienen que una incertidumbre y ansiedad demasiado altas dificultan la comunicación, mientras que una incertidumbre y ansiedad demasiado bajos don desmotivantes para la comunicación.
Por lo tanto, y respecto a la incertidumbre, podemos concluir que no se puede actuar mecánicamente, sino que debemos estar atentos en todo momento a lo que hacemos y decimos. Esto es difícil, ya es un proceso inconsciente. Pero no sólo en la comunicación no verbal, sino también en la comunicación verbal, ya que ésta está repleta de significados implícitos y sobreentendidos que diversifican las posibles interpretaciones.

Comunicación verbal
En cuanto a la comunicación verbal, no basta con conocer el idioma de la otra persona, sino que es necesario conocer la cultura en la que una lengua concreta está inmersa para evitar malentendidos. Existen cinco conjuntos diferentes pero interrelacionados de reglas que se combinan para la creación del lenguaje y que pueden afectar negativamente a la comunicación intercultural. Son la fonología, la morfología, la semántica, la sintaxis y la pragmática. En lo referente a la fonología y morfología, una pronunciación imperfecta de una lengua adquirida puede dificultar la comprensión y puede provocar reacciones negativas en los interactuantes. Esto además se ve influenciado por el hecho de que tendemos a adaptar la fonología desconocida a la nuestra propia, tal y como observó P.López en su trabajo en que se comparaban las diferencias fonéticas entre el catalán y el mallorquín [Recogido del comentario de Patricia López Lechuga]. En cuanto a la semántica, es necesario recordar que no basta con conocer el significado de las palabras, sino que se hace imperativo conocer también las connotaciones ligadas a ellas. Además, hay que conocer la sintaxis de la lengua, ya que el orden de las palabras no tiene por qué coincidir entre diferentes lenguas (por ejemplo, en coreano o en lengua de signos el verbo se coloca al final de la oración). Finalmente, la importancia de conocer el contexto cultural en el que está inmersa una lengua radica también en la pragmática, ya que el sentido del humor, frases hechas y modismos pueden variar considerablemente de una cultura a otra. A un nivel más amplio también se han encontrado diferencias entre culturas en lo que se refiere a los conflictos, la naturaleza polifacética del cual ha sido desarrollada a través de la teoría del conflicto intercultural (Dodd, 1991). De esta manera, la cultura modela tanto el tipo de conflicto que se desencadena como también el proceso más adecuado para afrontar su resolución. Así, las culturas individualistas tienden a utilizar un estilo directo para la resolución de conflictos, mientras que las culturas colectivistas tienden a utilizar estilos indirectos y evitan la comunicación directa acerca del conflicto [Recogido del comentario de Luis Cámara Leña].

Propuestas destacadas para el estudio de la comunicación intercultural
Como hemos podido ver, hay múltiples barreras a superar para conseguir una óptima comunicación intercultural. La pregunta es: cómo?
Según la teoría de la adaptación transcultural de Kim y Gudykunst (1987) es imprescindible tener la capacidad para recibir y procesar efectivamente la información de la sociedad receptora, capacidad que estos autores llaman competencia comunicativa. Esta competencia se divide a su vez en tres tipos de competencia: la cognitiva, la afectiva y la operacional. La primera se refiere al conocimiento de la cultura y la lengua del país de acogida, la competencia afectiva se refiere a la capacidad de motivación para enfrentarse a los diferentes retos (habilidades para entender, empalizar…), y la competencia operacional se refiere a la capacidad para actuar. ¿Es posible adquirir estas competencias o competencias similares? Se realizó una actividad de correo electrónico intercultural entre alumnos de E.S.O en que se ponían en contacto y se realizaron actividades con otros estudiantes de otras culturas (R. Vilà, 2005). Sin embargo, aunque los resultados fueron muy favorables, cabe preguntarse hasta qué punto las nuevas capacidades son extrapolables a otras situaciones de la vida cotidiana y si realmente se han incrementado las competencias comunicativas… [Recogido del comentario de Raquel Ribas Marín]

Por otro lado, Dodd (1991) entiende en su teoría de la gestión coordinada de significados y reglas que el objetivo de la comunicación es la coordinación, entendida como el modelo de interacción que da sentido y coherencia a los participantes. La gestión de significados supone asignar una única interpretación al mensaje por parte de cada participante, mientras que las reglas serían la organización de los significados coordinados para cada comunicador (Hay dos tipos de reglas: las reglas constitutivas, que definen el significado; y las reglas regulativas, que guían el comportamiento).

Finalmente, Fred L. Casmir (1997) propuso su teoría de la construcción de la tercera cultura como forma para establecer comunicaciones interculturales exitosas. Según esta teoría, debe construirse de forma cooperativa una tercera cultura que facilite una comunicación intercultural más efectiva. Para lograrlo, los participantes deben tener la posibilidad de negociar sus diferencias culturales y es deseable que así lo hagan. Los participantes deben ver como beneficioso el converger, adaptarse y asimilar los valores de una tercera cultura y es necesario y deseable reconfigurar las diferencias culturales individuales como resultado de la relación. En consecuencia, la construcción de una tercera cultura debe ser un proceso interactivo y mutuamente beneficioso para los participantes. Así, la presencia de una tercera cultura facilita el desarrollo de maneras nuevas, efectivas y aceptables de beneficiarse de las relaciones aportando bases comunicativas comunes.
Esta forma de afrontar la comunicación intercultural contrasta con anteriores planteamientos, en que las posibilidades de cómo pueden relacionarse dos o varias culturas se limitaban a la yuxtaposición (cada cultura tiene su espacio que intenta preservar relacionándose lo mínimo posible con las otras culturas), la acomodación (se aceptan las condiciones de la cultura dominante sin renunciar a la propia tradición), la integración (se reconoce la cultura dominante como hegemónica pero las influencias que ésta recibe de la minoritaria modifican la configuración cultural resultante) y la asimilación (se pretende que el inmigrante adopte la cultura del país que lo adopta y deje de lado su cultura de origen) [Recogido del comentario de Iván Pino Vizcaíno].

Reflexiones finales
¿Realmente es tan compleja la comunicación intercultural? Al fin y al cabo, aunque en estos tiempos la globalización de la comunicación ha puesto de manifiesto la necesidad de estudiar este tema, siempre ha habido en cierta medida una pluriculturalidad que con el tiempo se habrá ido diluyendo (“Toda cultura es básicamente pluricultural”, Maria Magdalena Picó Villalonga), mezclándose culturas creando nuevas, que a su vez también tendrían que comunicarse con otras nuevas culturas… En mi opinión es un proceso que siempre ha existido y que no tiene por qué ser malo (pese a que cuando el conflicto no se resolvió dio paso a los más antiguos prejuicios, como lo eran por ejemplo contra los judíos). Sin embargo, es un proceso que requiere su tiempo, y eso es algo que hoy en día, en una sociedad del YA, es difícil de conseguir.

Bibliografía[editar]


Vilà Baños, Ruth (2005) (1) La Competencia Comunicativa Intercultural. Un estudio en el primer ciclo de la ESO. Barcelona: UB, http://www.tdcat.cesca.es/TDX-1216105-135329/index.html. Comunicació Intercultural: 41-104

Vilà Baños, Ruth (2005) (2) Una actividad telemática para mejorar la competencia comunicativa intercultural en la ESO. http://www.campus-oei.org/valores/monografias/monografia05/vivencia01.htm

Citados en Vilà (2005) (1):
Berger, C.R.; Calabrese, R.J. (1975) Some explorations in initial interactions and beyond Human Communication Research, 1, 99-112. Citado en Dodd (1991). Fred L. Casmir (1997)

Dodd, C. H. (1991). Dynamics of Intercultural Communication. Dubuque, IA: Wm.C.Brown Publishers.

Gudykunst, W. B., Ting-Toomey, S., Hall, B. J., y Schmidt, K. L. (1989). Language and Inter-group communication. En M. K. Asante y W. B. Gudykunst (Eds.), Handbook of international and intercultural communication. London: Sage.

Hall, E. T., y Hall, M. R. (1990). Understanding cultural differences. Yarmouth: Intercultural Press, Inc.

Kim, Y. Y., y Gudykunst, W. B. (1987). Cross- cultural adaptation. Current approaches. Newbury Park: Sage.

Compañeros cuyas aportaciones han sido aprovechadas en el trabajo: - Luis Cámara Leña
- Patricia López Lechuga
- Maria Magdalena Picó Villalonga
- Raquel Ribas Marín
- Iván Pino Vizcaino