Pisología Social de la Comunicación/D2b/Apartado1

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Cada cultura tiene unos valores que la hacen diferente a las otras, tanto a nivel verbal como no verbal. La cultura determina los aspectos a los cuales hay que prestar atención y cuales hay que ignorar, es decir, nuestro patrón perceptivo y comportamental pasa a través de la cultura, aunque también haya diferencias intraculturales.
La diversidad cultural ha sido estudiada desde múltiples perspectivas, de manera que hay estudios y modelos “base” que sirven para facilitar la comprensión intercultural. Podemos agruparlos en los estudios desde perspectivas occidentales y los que han sido realizados desde perspectivas orientales.


Estudios desde perspectivas occidentales.[editar]

Desde estas se entienden las orientaciones culturales como conjuntos de creencias, valores y normas que orientan nuestro comportamiento y como consecuencias la comunicación.


Modelo de Kluckhon y Strodtbeck[editar]

Tienen una teoría de las orientaciones de valor, respondiendo a cinco aspectos generales a los que cada referencia cultural se enfrenta: la naturaleza humana, la relación entre la humanidad y la naturaleza, la orientación en el tiempo, la orientación hacia la actividad y las relaciones humanas. Cada cultura responde a estas cuestiones desarrollando un sistema de interpretación del mundo coherente y consistente.
Este primer modelo tuvo una gran influencia para la comprensión de la variabilidad cultural (pionero de la perspectiva)

Orientaciones culturales de Stewart y Bennett[editar]

Describieron una amplia gama de modelos culturales con los cuales poder entender una cultura particular. Sus cuatro grandes dimensiones son: orientación hacia la actividad, orientación hacia las relaciones sociales, orientación hacia uno mismo y orientación hacia el mundo.

Modelo de Condon y Yousef[editar]

Ampliaron los valores propuestos por Kluckhon y Strodtbeck hasta seis ámbitos: uno/a mismo/a, la familia, la sociedad, la naturaleza humana, la naturaleza y lo sobrenatural.

Dimensiones culturales de Hofstede[editar]

Investigó las diferencias culturales en las orientaciones de valor relacionadas con el trabajo, identificando cinco dimensiones:
    • Distancia de poder: grado en que se cree que el poder debería ser distribuido desigualmente, y grado de aceptación ante las decisiones de la autoridad. Hay tres posibles predictores de esta dimensión: el clima, el tamaño y la riqueza de la población. Halló que en climas fríos de poblaciones pequeñas y distribuciones de riqueza menos desiguales había menos distancia de poder, al mismo tiempo que los climas cálidos, grandes poblaciones y distribuciones desiguales de riqueza favorecen una distancia alta de poder. La distancia de poder repercute en las costumbres familiares, las relaciones entre profesorado y alumnado, las practicas organizativas y otros aspectos de la vida social.
    • Evitar la incertidumbre: grado de adaptación al cambio, lidiar con las incertidumbres. Las personas con bajo nivel de tolerancia a la ambigüedad tienden a estar preocupados por el futuro, y las que tienen un alto nivel tienden a vivir al día. Estas diferencias pueden favorecer dificultades en la comunicación intercultural.
    • Individualismo – colectivismo: relación entre las personas y los grupos sociales más amplios a los que pertenecen, es decir, el grado en que se tiene lealtad en uno mismo o en el grupo. Tradicionalmente es la dimensión más utilizada para explicar la variabilidad transcultural. A mayor índice en la distancia de poder, mayor colectivismo y viceversa.
    • Feminidad – masculinidad (crianza - logro): grado en que se valoran comportamientos dinámicos y de adquisición de riquezas (masculinidad), o bien de cuidar a los otros y la calidad de vida (feminidad). Los climas más cálidos tienen mayor tendencia a la masculinidad o al logro, y los climas más fríos una mayor tendencia a la feminidad o crianza.

Modelo contextual de Hall[editar]

En este modelo se tienen muy en cuenta la contextualización de la comunicación (la cultura actúa como pantalla que selecciona a que estímulos prestar atención y como interpretarlos). Se presenta un continuo en el que a un extremo se halla el “alto contexto” y en el otro el “bajo contexto”. En el “alto contexto” la información se halla en el contexto físico o interiorizado de la persona, por lo que cobran una gran importancia los aspectos no verbales. En el “bajo contexto”, al contrario, la información está explícita en el mensaje verbal, por lo que cobra una gran importancia la lógica y el razonamiento verbal que se realiza.
También habla de un continuo acerca del modo en que las culturas procesan el tiempo, donde a un extremo se sitúa el tiempo monocrónica (organizar el tiempo en pequeños segmentos que se deben realizar en orden secuencial), y el tiempo policrónico (se pueden realizar diversas acciones al mismo tiempo).

Otras dimensiones[editar]

Aquí se explican las dimensiones no consideradas en los modelos anteriores, como:
    • Los aspectos en los que se centra la comunicación (contenido – mensaje)
    • Visión del mundo (vergüenza – culpabilidad, tarea – personas, sagrada – secular, rol de la muerte para la vida, naturaleza de la humanidad, la humanidad y la naturaleza, hacer – ser, el ciclo vital y el fatalismo).
    • Formalidad – informalidad.
    • Dinamismo – armonía interpersonal.


Estas dicotomías son muy útiles para analizar las diferencias de la comunicación intercultural, y al mismo tiempo pueden ayudar a mejorar la comprensión de la variabilidad cultural.

Estudios desde perspectivas orientales[editar]

Desde otros puntos de vista, se pueden añadir, matizar y contrastar otros elementos para valorar las diferencias culturales.

Dimensiones culturales confucianas de Bond[editar]

Bond declaró el sesgo occidental en las taxonomías anteriores. Encontró cuatro dimensiones de modelos culturales: integración (sentido de estabilidad social), altruismo (sentido de ternura y compasión), disciplina moral (sentido de moderación o restricción en las actividades diarias), dinamismo confuciano en el trabajo (orientación de la persona hacia la vida y el trabajo).




Estos estudios (orientales y occidentales) implican o añaden la dificultad de tener que ser  
entendidos desde otras perspectivas culturales, es decir, es difícil entender modelos desde 
otras culturas.

Reflexión y ejemplos sobre el continuo Individualismo - Colectivismo[editar]

A partir de los polos de esta dimensión podríamos hablar de dos tipos de culturas: aquellas que son por definición sociocéntricas (superponen las necesidades del grupo a las propias necesidades) y las que tienen una visión egocéntrica-reduccionista del mundo (priorizan los intereses personales).
Según el modelo de Kluckhon y Strodtbeck, este continuo o criterio para evaluar las diferencias transculturales es el de las Relaciones Humanas, donde en un extremo se encuentra una organización social jerárquica y en el otro el individualismo. Este mismo factor es conceptualizado de manera diferente en el modelo de Stewart y Bennett, donde se presentan dos orientaciones con las cuales clasificar las diferentes culturas, que son la orientación a las relaciones sociales y la orientación hacia uno mismo. Así mismo, este mismo factor se denomina de forma diferente en el modelo de Hofstede, bajo el nombre de individualismo-colectivismo.
El modelo de interdependencia es particularmente adaptativo en sociedades pobres rurales/agrarias, donde se utiliza una "familia funcionalmente extensa" para llevar a cabo las tareas de subsistencia, incluyendo la crianza infantil. Inversamente, el modelo de independencia de las relaciones familiares es particularmente adaptativo en sociedades industriales y tecnológicas, donde la unidad de trabajo económico es individual, no familiar. Además, la independencia y la autoconfianza son valorados en un contexto sociocultural-económico donde las dependencias materiales intergeneracionales son mínimas.
En las culturas sociocéntricas la meta preferida del desarrollo es la interdependencia. La meta primaria de socialización es que la persona independiente, a medida que madura, se vuelve interdependiente, debido a que se encuentra inmersa en una red de relaciones y responsabilidades dirigidas a los otros. Los alcances personales están idealmente al servicio de una colectividad, que generalmente es la familia. En contraposición, en las culturas egocéntricas la meta del desarrollo es la independencia. La meta primaria de socialización en este modelo es un individuo autónomo, autorrealizado, que se introduce a las relaciones y a las responsabilidades sociales por elección personal.
Estas visiones del mundo son construidas culturalmente a través de un amplio abanico de campos de comportamiento. En las prácticas educativas cotidianas encontramos la influencia de ambos modelos. Estas prácticas, que podrían ser muy válidas en una determinada sociedad, podrían ser mal vistas en otras.
El papel de las metas culturales es fácilmente observado en las prácticas de crianza del niño, como por ejemplo en la práctica del dormir: mientas que en las culturas sociocéntricas los padres duermen junto a sus niños, en las culturas egocéntricas los niños duermen, no tan solo en camas separadas, sino también en habitaciones separadas.
En las sociedades individualistas los niños nacen siendo dependientes de los padres para después irse desvinculando a medida que crecen. Esta meta está implícita en la educación que reciben, tanto por parte de los padres como por parte de la educación formal que reciben en la escuela; ja desde la infancia nos orientan hacia un ser autónomo, independiente, que dispondrá de autorreflexión y elección libre. Los padres, mediante un estilo flexible y democrático, adoptan una comunicación preferentemente verbal y directa con sus hijos, que servirá para acabar negociando las prácticas y comportamientos que adoptará el niño en cada situación. Además, con la utilización del refuerzo positivo y de los elogios, se intenta orientar a la persona hacia un comportamiento determinado, sin que ello implique una obligación.
En cambio, en las culturas sociocéntricas, los padres orientan a sus hijos hacia la interdependencia, mediante estilos autoritarios. En estas culturas, la educación a través de obligaciones se realiza porque se cree que los hijos tienen el deber de servir a los intereses de la colectividad. No se valora la autonomía del individuo, sino su dependencia con el grupo. En este caso no se enfatiza tanto la comunicación verbal sino la empatía y la comunicación no verbal. Aquí no se habla de refuerzo ni de elogios ya que, por ejemplo, en culturas japonesas "dar las gracias" no es culturalmente aceptado, ya que se considera que la persona tiene que hacer aquella conducta por obligación y respeto al grupo o, particularmente, a la familia.
A continuación citaremos un ejemplo de cómo se concibe el individuo en diferentes culturas, concretamente la americana (occidental) y la india (oriental), más específicamente la del pueblo Oriya. Esta investivación, llevada a cabo por Shweder i Bourne, se centró en cómo un tipo de pensamiento afecta a la visión del yo. En concreto los autores vieron que la cultura Oriya se centraba mucho en el contexto a la hora de describir una persona, un pensamiento, una acción, etc... Tenían un pensamiento concreto y colectivo a la vez, que quiere decir que se describían las personas en términos de lo que hacen en situaciones concretas y en función de su estatus, no de la persona, sin hacer abstracciones. Este hecho no quiere decir que no lo sepan hacer, sino que no existe el individuo como una entidad propia, sino como un individuo social. Este hecho está ligado también con una visión socio-céntrica orgánica donde el individuo es el centro de la sociedad y la interdependencia entre individuos es muy fuerte, donde prima la sociedad antes que el individuo.
Un ejemplo muy ilustrativo de este "pensamiento concreto" sería el hecho de que una persona sea criminal o no. Según nuestar cultura, una persona que comete un crimen es un criminal, debido a la abstracción que acemos. En cambio, en la cultura Oriya, una persona que comete un crimen no es criminal, sino una persona que ha cometido un delito en un momento determinado, pero no por eso la etiquetan como criminal, sino que describen acciones.
Otra cultura mucho más cercana a nosotros (payos) es la gitana, donde se aprecian también aspectos socio-céntricos, como la importancia del estatus por encima de la persona. Por ejemplo, la diferencia de valor que comporta el sexo, cuando una mujer en el momento de casarse deja de pertenecer a su familia para pertenecer completamente a la familia del marido. Desde el momento del nacimiento, por tanto, no está valorado de la misma manera tener un niño que una niña, ya que sabes que en el caso de la niña la "perderás" al transcurso de los años. Otro ejemplo de la importancia del estatus por encima de la persona es el respeto y valor que tienen a las personas ancianas, como figuras de consejo, y que pueden intervenir en un momento de conflicto en una pareja de gitanos.
Así pues, y por contraposición, la cultura americana, y por extensión la occidental, supone los valores antagónicos de los descritos anteriormente. La cultura occidental, a la hora de describir personas y a si mismo, utilizan actitudes generalizadas y rasgos. En nuestra cultura el individuo se saca del rol social que cumple, y cada individuo presenta responsabilidades y deberes individuales, independientes de los lazos sociales que lo vinculan con los demás. Un ejemplo sería comparar como un Oriya describe a otro diciendo que "grita a su vecino", y un americano diría probablemente "es agresivo y brusco". Este aspecto de pensamiento más generalizado está relacionado también con una visión del mundo más egocéntrica, donde la sociedad está "al servicio" de los intereses de cada individuo, pero éste se concibe a si mismo como ser dentro de la sociedad, aunque desvinculado de ella.
Así pues vemos como un aspecto, como es el tipo de relación entre un individuo y los demás (sociocentrismo) afecta de manera directa la manera de pensar (pensamiento concreto). El sujeto de una sociedad sociocéntrica se siente parte de esta misma, tanto que no actúa de forma individual. La persona se sitúa dentro de un rol, y su correspondiente estatus, y a partir de aquí todo está determinado por las mismas normas sociales. En cambio, en las sociedades egocéntricas, se promociona la autonomía y la independéncia, donde la sociedad es tan sólo una asociación contractual basada en el consenso de los individuos.
Evidentemente los dos tipos de visión del mundo tienen sus ventajas e inconvenientes, pero este continuo individualismo - colectivismo no es solo una forma de clasificar según la perspectiva occidental, sino también un factor que afecta a la forma de pensar.


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