Alimentación infantil/Cuidado con los bulos y la publicidad engañosa

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Impacto de la publicidad en lo que los niños piden y comen[editar]

Parece demostrado que la publicidad influye en los hábitos de consumo de la población, y los niños no son, como cabía esperar, una excepción. Es más, probablemente son un grupo de población particularmente vulnerable a los efectos de la publicidad.[1].

Los datos actuales parecen mostrar que la publicidad hace que los niños pidan y consuman más productos menos saludables (más ricos en calorías, grasas, azúcares y sal). Aunque no se ha demostrado una relación directa entre la publicidad de este tipo de productos y, por ejemplo, la obesidad, es bastante probable que, al menos, sea un factor relevante.[2]

Un informe de la Asociación de Dietistas de Canadá de 2010 movido por la preocupación por los efectos de la publicidad de alimentos y bebidas dirigida a los niños recomienda:[3][4]

  • Que, además de las medidas de autorregulación que las propias empresas fabricantes establezcan, se debe regular desde el punto de vista de la legislación esta actividad.
  • Que esta regulación alcance a todos los soportes de publicidad, no solo la televisión, ya que todos llegan a los niños.
  • Y que deberían promocionarse los alimentos y bebidas más saludables, aprovechando el impacto de la publicidad.

Aquí mostraremos algunos ejemplos publicidad engañosa y de bulos ampliamente difundidos.


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Cuidado con la publicidad engañosa[editar]

La publicidad ilícita y engañosa es aquella que busca que los consumidores preciban propiedades o cualidades en un producto que en realidad no tiene. Pese a que está regulada (Ley 34/1988, General de Publicidad[5]), las industrias y comercializadores encuentran numerosos vericuetos para burlar la ley en la práctica.

Añadir nutrientes que permitan usar "declaraciones de propiedades saludables"[editar]

Por ejemplo, añadiendo una cierta cantidad de magnesio, se podría, legalmente, que un producto "contribuye a una reducción del cansancio y la fatiga", "contribuye al balance electrolítico", o "contribuye al normal funcionamiento del sistema nervioso".[6]


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El uso de expresiones confusas y otras formas de publicidad engañosa[editar]

Algunas expresiones son engañosas, más que por lo que dicen por lo que sugieren. Por ej.:

  • "Yogur helado": en realidad es un helado con sabor a yogur. O sea, no es yogur (alimento lácteo), es helado (producto supérfluo, para consumo ocasional). La denominación yogur helado es engañosa.[7]
  • "Patatas fritas no transgénicas": realmente todas las patatas comercializadas en el mundo son no-transgénicas (solo existe una variedad de patata transgénica -amflora de BASF- que se usa en la industria del papel).[8]
  • "Comida casera", que no tiene nada de casera.[9]
  • “Sal sin productos químicos”, “sal libre de organismos modificados genéticamente”.[10]
  • "Pan rallado hecho con pan recién hecho".[11]
  • "Más saludable que..." o "mejor que..." pueden dar la impresión de ser saludables a productos que no lo son e inducir a su consumo.
  • Decir que un aperitivo "bajo en sal" es más saludable, es cierto en la medida de que es mejor que otro aperitivo con más sal, pero no deja de ser un producto supérfluo y nada saludable. Decir que un producto "es mejor" puede dar a entender, falsamente, de que se trata de un producto saludable.
  • "Sin azúcar añadido": un producto de estas características no excluye que tenga azúcar.
  • "Aceite de origen vegetal": si este origen es palma o coco, no se trata de un aceite saludable. El origen vegetal de un producto no garantiza que sea saludable; la palabra "vegetal" se usa aquí con el propósito de engañar.
  • "Te cuida", "barrigas felices", "se nota", "ayuda a cuidar tu corazón", "sentirse ligero", son otros ejemplos.[6]
  • Inventar nombres comerciales imaginativos de fantasía para atribuir beneficios al producto.[6]

Esta lista podría, lamentablemente, ser interminable. Los clásicos son "ayuda a mejorar tus defensas", "pan de molde con menos calorías", "ayuda a regular tu nivel de colesterol", "reduce el colesterol" y "50% de tus necesidades de fruta y verdura", entre otros muchos.[12][13][14]

Las expresiones como las citadas son, para el consumidor medio, potencialmente engañosas.[15]


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Trucos para inducir a la compra[editar]

Te distraen con florituras y ...

Pueden catalogarse como publicidad engañosa ciertas acciones (trucos) de las grandes superficies y supermercados para inducir a la compra de productos no imprescindibles. Son por ejemplo:[16]

  • Los artículos básicos están lejos (de la entrada y salida y entre sí).
  • Las marcas más caras de un producto están a la altura de los ojos.
  • Precios psicológicos (del tipo de 9,95 €).
  • Cuantas más paradas, más compra.
  • La luz y la música ambiental.


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Cuidado con los bulos[editar]

¿Qué es un bulo?[editar]

Bulo: noticia falsa propagada con algún fín.[17]

Hay mentiras en Internet que sobreviven al paso del tiempo. Cada cierto tiempo resurgen o se inventan nuevas.[18] A continuación veremos algunos ejemplos.


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El bulo de que lo "natural" es saludable, seguro, beneficioso o inocuo[editar]

Simplemente no es cierto.[19] El adjetivo "natural" acompaña hoy, con ligereza, a demasiados productos destinados a la alimentación, cosmética o en cualquiera de las numerosas vertientes de la salud en sentido amplio. El caso es que ya desde hace unos cuantos años, la legislación española prohíbe el uso de este término; lo hace literalmente de esta forma:[20]

  • Artículo 4. Prohibiciones y limitaciones de la publicidad con pretendida finalidad sanitaria:
    • Punto 13: Que utilicen el término «natural» como característica vinculada a pretendidos efectos preventivos o terapéuticos.

En resumen, desconfíe de todo producto que en su promoción o publicidad use la palabra "natural". Rechazar estos productos es la mejor forma de evitar su venta y distribución.

La lectura detallada de este artículo 4 del BOE 1907/1996 da idea de qué cantidad de veces se vulnera la legalidad en la publicidad de productos como complementos alimenticios, de cosmética y una infinidad de otros productos destinados a "mejorar" la salud o al menos nuestra autopercepción de la misma. Este artículo recoge como limitaciones y prohibiciones, lo siguiente:[20]

  • Que se destinen a la prevención, tratamiento o curación de enfermedades transmisibles, cáncer y otras enfermedades tumorales, insomnio, diabetes y otras enfermedades del metabolismo.
  • Que sugieran propiedades específicas adelgazantes o contra la obesidad.
  • Que pretendan una utilidad terapéutica para una o más enfermedades, sin ajustarse a los requisitos y exigencias previstos en la Ley del Medicamento y disposiciones que la desarrollan.
  • Que proporcionen seguridades de alivio o curación cierta.
  • Que utilicen como respaldo cualquier clase de autorizaciones, homologaciones o controles de autoridades sanitarias de cualquier país.
  • Que hagan referencia a su uso en centros sanitarios o a su distribución a través de oficinas de farmacia.
  • Que pretendan aportar testimonios de profesionales sanitarios, de personas famosas o conocidas por el público o de pacientes reales o supuestos, como medio de inducción al consumo.
  • Que pretendan sustituir el régimen de alimentación o nutrición comunes, especialmente en los casos de maternidad, lactancia, infancia o tercera edad.
  • Que atribuyan a determinadas formas, presentaciones o marcas de productos alimenticios de consumo ordinario, concretas y específicas propiedades preventivas, terapéuticas o curativas.
  • Que atribuyan a los productos alimenticios, destinados a regímenes dietéticos o especiales, propiedades preventivas, curativas u otras distintas de las reconocidas a tales productos conforme a su normativa especial.
  • Que atribuyan a los productos cosméticos propiedades distintas de las reconocidas a tales productos conforme a su normativa especial.
  • Que sugieran o indiquen que su uso o consumo potencian el rendimiento físico, psíquico, deportivo o sexual.
  • Que utilicen el término «natural» como característica vinculada a pretendidos efectos preventivos o terapéuticos.
  • Que atribuyan carácter superfluo o pretenda sustituir la utilidad de los medicamentos o productos sanitarios legalmente reconocidos.
  • Que atribuyan carácter superfluo o pretendan sustituir la consulta o la intervención de los profesionales sanitarios.
  • Y, en general, que atribuyan efectos preventivos o terapéuticos específicos que no estén respaldados por suficientes pruebas técnicas o científicas acreditadas y expresamente reconocidas por la Administración sanitaria del Estado.


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El bulo de que los niños que hacen deporte deben consumir bebidas "isotónicas"[editar]

Simplemente no es cierto. Todos los niños deberían hacer deporte (actividad física, vea más adelante) con regularidad y adaptada a su edad y condición física. Para mantener una hidratación adecuada la bebida que debe consumirse es el agua.[21]

Sólo en determinadas condiciones (ejercicio físico de gran intensidad y a nivel competitivo, como por ej. el joven que participa en un maratón) podrían necesitar consumir bebidas "isotónicas" o "deportivas" (que contienen agua, carbohidratos de absorción rápida y sales minerales) durante o después de la actividad física.[21]


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El bulo de que algunas bebidas (refrescos) sirven para hidratar a los niños con vómitos o diarrea[editar]

Tampoco es cierto en absoluto,[22] estas bebidas (por ej. Aquarius[23][24]) no sirven para rehidratar a los niños enfermos. Vea el tema de la gastroenteritis aguda.


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El bulo de las bebidas "energéticas"[editar]

Pese a que no existe una definición consensuada de las bebidas energéticas o energizantes, suele considerarse como tales a las bebidas no alcohólicas que contienen cafeína, taurina y/o vitaminas (a menudo en combinación con otros ingredientes, a veces no declarados) y comercializadas por su supuesto efecto "estimulante, energizante y/o potenciador" (en absoluto comprobado).[25]

A la taurina (una sustancia -aminoácido- que nuestro cuerpo fabrica por sí mismo) se le atribuyen mejoras sobre la función cognitiva o el rendimiento deportivo, algo que en absoluto tiene sustento científico. Otros ingredientes habituales en estas bebidas son los extractos de hierbas (muy poco estudiados en humanos) y el azúcar, que está presente en gran cantidad.[25]

Las bebidas energéticas y las isotónicas no son lo mismo; se las confunde con frecuencia. Las isotónicas (o deportivas) (agua, carbohidratos de absorción rápida y sales minerales) han demostrado un cierto efecto de mejora del rendimiento deportivo aunque solo en ciertas circunstancias (deportes de alto gasto energético en competiciones de alto nivel).[26] Mientras que las llamadas energéticas, por el momento, solo han demostrado riesgos y ningún beneficio.

Un estudio europeo reciente ha encontrado que 2 de cada 10 niños de 3 a 10 años de edad consumen regularmente este tipo de bebidas “enérgizantes”. Y lo que es todavía peor: el 16% de estos consumen cantidades considerables, un promedio de 4 litros al mes.[27][28]

Los efectos negativos de estas bebidas son numerosos:[25] menor sensación de bienestar, trastornos del estado de ánimo, baja autoestima e incluso depresión; peor rendimiento escolar; mala calidad del sueño; exacerbación del asma; obesidad infantil; aumentos de la tensión arterial; incrementos indeseables de la glucemia (relacionados con el riesgo de diabetes); interacciones con medicamentos que tome el niño; problemas dentales y óseos; y pueden agravar afecciones cardíacas preexistentes. Además, se teme que el uso extenso e intenso de estas bebidas puedan destapar otros efectos perjudiciales aún no conocidos.

Los riesgos de las bebidas energéticas se incrementan cuando su consumo se combina con el de otras sustancias como el alcohol, o cuando se asocia con el deporte en base a su efecto potenciador, tan falso como peligroso.[29]

Recomendación:[25][21]

  • Los niños menores de 12 años no deben ni probar estas bebidas.
  • Y en los mayores de esta edad son, como mínimo, desaconsejables.

Vea y escuche lo que José M. López Nicolás opina sobre las bebidas "energizantes": Scientia. El lado oscuro de las bebidas energéticas.

Recientemente, en Francia se han elevado de forma importante los impuestos de estos productos (un euro por litro a las bebidas que contengan al menos 0,22 g de cafeína o 0,3 g de taurina por litro), con el propósito de disuadir de su consumo.[30]


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El bulo de los suplementos de vitaminas[editar]

Una alimentación variada en la que los alimentos vegetales están presentes de forma preponderante cada día (verduras, hortalizas, frutas, legumbres, cereales), junto con las cantidades apropiadas (y limitadas) de carnes, pescados y lácteos, contiene con seguridad todas las vitaminas y minerales necesarios.

Muchas personas recurren a los suplementos de vitaminas esperando encontrar un remedio a circunstancias como el estrés, la fatiga, etc., o para mejorar "sus defensas" o, simplemente, "por si acaso". En general esto es un error como explica muy bien J. Revenga en su blog:[31]

  • Las vitaminas no aportan energía.
  • Las vitaminas no ayudan en las situaciones de estrés.
  • Las vitaminas no sirven para prevenir y/o tratar un resfriado u otra enfermedad.
  • Las vitaminas no sirven para contrarrestar los efectos nocivos del consumo de alcohol o del tabaco.

Diversas y recientes investigaciones han fracasado en el intento de encontrar pruebas científicas de que los suplementos de vitaminas juegan algún papel en la prevención de enfermedades cardiovasculares o cáncer.[32]


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El bulo de los "superalimentos"[editar]

A algunos alimentos, el marketing nos lo quiere presentar como una especie de panacea frente a los riesgos o males actuales, induciendo a su consumo habitual o creciente. Independientemente de que a alguno de ellos se le pueda atribuir ciertas propiedades interesantes, sería un nuevo error creer que su consumo habitual es necesario y menos aún que ello compensaría los efectos desfavorables de otros productos menos buenos como el alcohol. Frecuentemente estos productos panacea se presentan además como ejemplo de producto natural, con lo que el ciclo del engaño se perpetúa.

Un ejemplo de producto panacea actual es el de las algas. Están de moda, son exóticas. Y, si bien tienen vitaminas, minerales, fibra natural y pocas grasas y calorías, lo cual es apreciable, hay que destacar también, que tienen unas cantidades de yodo elevadas o muy elevadas, que pueden dar lugar a problemas de salud graves si se consumen con asiduidad. Alguna variedad (por ej. kombu o Laminaria digitata) contiene más de 1000 veces la cantidad que se recomienda como ingesta diaria. Por lo tanto, cuidado con las algas, pueden consumirse pero solo de forma ocasional.[33]


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El bulo de los antioxidantes[editar]

A los antioxidantes se les atribuyen importantes efectos beneficiosos sobre la salud; se encuentran sobre todo en frutas y hortalizas. El consumo de estos productos está ampliamente reconocido como recomendable.

Tomar frutas, hortalizas y frutos secos (por su contenido en antioxidantes y otros motivos) es recomendable, pero decir que tomar suplementos de antioxidantes puede tener los mismos, o mayores, efectos beneficiosos que las propias frutas y hortalizas va un trecho largo, porque no se corresponde con la realidad, al menos, con las pruebas científicas disponibles.

De modo que antioxidantes sí, pero los llevan las frutas, hortalizas y frutos secos; ¿son necesarios los suplementos?, pues por el momento, no se puede afirmar esto.[34]


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El bulo de que las bebidas "dietéticas" ayudan a adelgazar[editar]

Los niños, adolescentes y adultos con sobrepeso y obesidad suelen confiar en que las bebidas "dietéticas" les ayuden a bajar o, al menos, mantener el peso. Sin embargo, un estudio reciente indica que esta estrategia puede no ser eficaz, ya que encuentra que los que toman este tipo de bebidas (frente a los que toman bebida azucaradas) acaban tomando más alimentos sólidos. Por lo tanto, la alternativa de tomar bebidas "dietéticas" no parece ser lo mejor.[35]

De modo que si se quiere reducir el peso, la opción saludable es beber agua, no bebidas "dietéticas".


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Los omega-3 y el aceite de pescado: ¿una nueva panacea?[editar]

El uso de los suplementos de omega-3 y el aceite de pescado está siendo promocionado con potentes recursos económicos y mediáticos. Sin duda, dada la conocida vulnerabilidad de la población a estos mensajes y campañas, se convertirá, si nada lo remedia, en una nueva panacea.

Recientemente un estudio científico ha estudiado las pruebas que sustentan la recomendación y las expectativas depositadas en estos productos. Sus conclusiones no pueden ser más decepcionantes; no hay pruebas de que su uso tenga consecuencias relevantes sobre ningún aspecto de la salud.[36] [37]


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Leer más sobre mitos, bulos y engaños[editar]

Blogs sobre alimentación y nutrición:


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Referencias[editar]

  1. Equipo Editorial. La alimentación infantil, el marketing y los medios de comunicación. Rev Pediatr Aten Primaria. epub:09/Ene/2014
  2. J. Basulto. Se me hace bola. Barcelona: Ed. Debolsillo; 2013
  3. Advertising of Food and Beverages to Children. Position of Dietitians of Canada, 2010. Consultado el 1 de noviembre de 2013
  4. GREP-AEDN. Documento de postura de “Dietistas de Canadá” sobre la publicidad de los alimentos y bebidas para niños. Newsletters, diciembre de 2010. Consultado el 1 de noviembre de 2013
  5. Ley 34/1988, General de Publicidad
  6. 6,0 6,1 6,2 A. Sánchez García. Las tres formas que usa la publicidad para vestir los productos de salud. Eroski Consumer, 27 de abril de 2016
  7. L. Delle Femmine. El yogur helado no es yogur. El País, 5 de agosto de 2013
  8. Los productos naturales ¡vaya timo!. 18 de julio de 2013
  9. J. Revenga. Son croquetas caseras porque lo pone en la caja. El nutricionista de la general, 13 de septiembre de 2013
  10. J. M. López Nicolás. El incríble mundo de las etiquetas suedocientíficas. SCIENTIA, 3 de julio de 2013
  11. Extravagancias de la publicidad engañosa, ¡gracias Berto! El nutricionista de la general, 4 de diciembre de 2013
  12. Scientia. Avances en nuevos alimentos. Consultado el 30 de agosto de 2013
  13. Á. de Cózar, M. Ceberio. Son alimentos, no milagros. El País, 26 de noviembre de 2006
  14. M. Ceberio, Á. de Cózar. Ciencia para no tragarse mentiras. El País, 26 de noviembre de 2006
  15. Royo Bordonada MA (ed). La alimentación y el consumidor. Madrid: Escuela Nacional de Sanidad, Instituto de Salud Carlos III, Ministerio de Economía y Competitividad; 2013.
  16. Diez trucos que usan los supermercados para engañarte. Euríbor, mayo de 2013. Consultado el 16 de octubre de 2013
  17. RAE. Definición de bulo. Consultado el 11 de agosto de 2013
  18. A. Agudo. La margarina (no) es plástico y otros bulos en Internet. El País, 4 de septiembre de 2013
  19. Basulto J. Complementos dietéticos: cuidado con lo "natural". Eroski Consumer, 17 de septiembre de 2013
  20. 20,0 20,1 Real Decreto 1907/1996, de 2 de agosto, sobre publicidad y promoción comercial de productos, actividades o servicios con pretendida finalidad sanitaria
  21. 21,0 21,1 21,2 Kids should not consume energy drinks, and rarely need sports drinks, says AAP. Consultado el 24 de agosto de 2013
  22. Aquarius, una bebida para la rehidratación
  23. Tiene diarrea… ¿Le puedo dar Aquarius? Lucía, mi pediatra (blog), 29 de octubre de 2014]
  24. Ni Aquarius ni bebidas isotónicas en gastroenteritis. Diario de una mamá pediatra (blog), 17 de noviembre de 2014
  25. 25,0 25,1 25,2 25,3 Basulto J. Diez perjuicios de las bebidas energéticas en niños. Eroski Consumer, 18 de junio de 2013
  26. European Food Safety Authority (EFSA). Scientific Opinion. EFSA Journal. 2011;9(6:2211. Consultado el 11 de agosto de 2013
  27. EFSA. “Energy” drinks report, 13 de marzo de 2013. Consultado el 11 de agosto de 2013
  28. AESAN. Informe sobre bebidas "energéticas". Consultado el 11 de agosto de 2013
  29. D. Mediavilla. Un estudio advierte de los riesgos del uso excesivo de bebidas energéticas. El País, 14 de octubre de 2014
  30. Francia crea un impuesto para las bebidas energéticas por perjudicar la salud. Europa Press, 24 de octubre de 2013
  31. J. Revenga. Excusas erróneas (y frecuentes) para tomar un suplemento vitamínico. El Nutricionista de la General, 13 de abril de 2013
  32. J. Basulto. Los suplementos de vitaminas y minerales no dan superpoderes. Eroski Consumer, 14 de enero de 2014
  33. Algas ¿panacea nutricional? Díme qué comes, 13 de junio de 2013
  34. J. Basulto, L. Coarsi. La falacia de los antioxidantes. Eroski Consumer, 5 de noviembre de 2013
  35. Bleich SN, et al. Diet-Beverage Consumption and Caloric Intake Among US Adults, Overall and by Body Weight. Am J Public Health. 2014 Jan 16. Epub ahead of print
  36. Basulto J. Omega-3 y aceite de pescado: ¿nueva panacea? Eoski Consumer, 11 de febrero de 2014
  37. Grey A, et al. Clinical Trial Evidence and Use of Fish Oil Supplements. JAMA Intern Med. 2013 Dec 16:1-4. doi: 10.1001/jamainternmed.2013.12765. Epub ahead of print


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Para saber más[editar]


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Enlaces externos[editar]

Información general (pediatría, puericultura):

Blogs sobre alimentación y nutrición:

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